Le Figaro Burdeos

Esta historia tiene lugar en el Médoc, entre los caballos, en el suroeste de Francia, en la tierra del vino tinto. En el fondo de un establo, nació un potro ante la indiferencia general: el dueño de la burra que lo transportaba no se había dado cuenta de que estaba preñado. Descubierto por los empleados al día siguiente o dos días después de su nacimiento el martes, el pequeño burro gris estaba muy débil porque su madre se negó a dejarlo mamar.

Advertida de la situación el jueves, Caroline Restiaux, que dirige una granja de burros en Jau-Dignac-et-Loirac desde marzo de 2020, intervino de inmediato. En caso de rechazo por parte de su madre, está en juego la supervivencia del potro y «es cuestión de horas» según el que ya tiene una decena de burros. Después de “largas negociaciones” y contactos con la fundación Brigitte Bardot para “encontrar los argumentos legales adecuados”, el potro y el burro le fueron confiados esa noche por su dueño.

El problema es que el potro todavía no puede amamantar a Daisy, su madre. “Nougatine le tiene miedo. Hay que sujetar a Daisy con un cabestro o amarrarla, de lo contrario da patadas para intimidarla y, además, produce muy poca leche”, describe Caroline Restiaux. Un rechazo que le obliga a alimentar al burrito gris con un biberón, a razón de uno cada dos horas, día y noche. Una sobrecarga de trabajo inesperada por la que la madre de una niña de dos años y medio apela a la buena voluntad. Quienes lo deseen pueden dar de comer a Nougatine en su finca a las 9, 11,30, 14, 16,30, 18, 20 y 20,30 horas.

El joven de 30 años también espera limosna de sus amigos animales. Entre los gastos de veterinarios, herradores, chipeado y vacunación de Daisy y Nougatine, ya estima sus gastos en mil euros. Y la factura de este rescate aún debe crecer. Sin contar sus complementos alimenticios (porque en el mercado sólo hay leche de yegua), el potro tragará, cada mes, un cubo de 10 kilos de leche en polvo que cuesta cien euros. Si no murió abandonado por los hombres, este burrito gris todavía los necesita para sobrevivir.