Le Fígaro Nantes

Tres cuartos de hora inolvidables. El martes a las 15 horas, una delegación de una veintena de víctimas de Occidente, principalmente de un ex hermano religioso fallecido, se reunió con el Papa Francisco. Estos franceses procedentes de Loira Atlántico, Vendée y Finisterre llegaron a Roma el domingo. Inicialmente tenían una cita con el soberano pontífice el lunes por la mañana, antes de que éste cancelara la audiencia debido a una infección pulmonar. Su único encuentro del día mantenido fue una breve visita con el nuevo presidente de Paraguay.

Los interesados, que habían organizado su viaje en torno a este acontecimiento, no ocultaron su decepción. Hasta esta inesperada llamada telefónica del lunes por la noche a los hermanos de Saint-Gabriel, la congregación a la que pertenecía el religioso condenado y donde se acoge a las víctimas hasta el viernes. “Es increíble. El Papa los llamó directamente. Nos anunció que, a pesar de su debilidad, quería recibirnos”, cuenta a Le Figaro Michèle Le Reun-Gaigné, una de las participantes contactada por teléfono. “Nos recibió en condiciones absolutamente extraordinarias. Estábamos en su villa privada. Lo que normalmente nunca se hace”, explica molesto el joven jubilado. “Realmente, hizo una excepción con nosotros. Es la primera vez que recibe a víctimas francesas”, mientras que el martes por la noche el portavoz del Vaticano anunció que Francisco no participaría en la COP28 en Dubai, a pesar de la mejora de “sus síntomas gripales y su inflamación de las vías respiratorias”.

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En la residencia Sainte-Marthe, los 26 franceses pudieron hablar con un hombre que caminaba sobre un andador, que respiraba con dificultad y hablaba en voz baja: “Estaba dispuesto a recibirnos. Es una locura lo que hemos vivido”, continúa Michèle Le Reun-Gaigné, todavía conmovida. El Santo Padre escuchó largamente a las víctimas y “les pidió perdón en nombre de la Iglesia”.

Uno de los visitantes, Jean-Pierre Fourny, entregó una cinta verde al jefe de la Iglesia católica, como señal de adhesión a su causa. Otro tocaba un tango argentino en el saxofón. “El Papa cerró los ojos y sentimos que se le escapaban las lágrimas”. También recibieron un rosario. Antes de que el obispo de Roma los deje: “Lo vimos desaparecer solo, apoyado en su andador. Siempre guardaré en mi memoria esta imagen de un hombre que carga tanto sobre sus hombros y que se va solo a la soledad. Al principio no éramos nada para la Iglesia y llegamos a ser importantes para el Papa”.

La víspera, la delegación también se reunió con la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores. Le habló en particular de su nueva asociación AMPAEO, para la memoria y la prevención de los abusos sexuales en la Iglesia católica de Occidente. En una carta enviada antes de este inesperado encuentro, el Papa les decía que esta estructura sería la encargada de escucharlos en su nombre. “La subversión de los derechos de los niños mediante la violencia y el abuso es una traición a la humanidad que Dios nos ha dado”, añadió.

Esta visita marcará un paso en su viaje. “Lo tendremos presente toda la vida. Pensamos en las víctimas que no se declararon, que no tuvieron la oportunidad de pertenecer a un grupo solidario y en las que se quedaron en el camino”, concluye Michèle Le Reun-Gaigné. Las víctimas del hermano Gabriel se unieron como colectivo tras la publicación del informe Ciase. Los testimonios se habían multiplicado. El 12 de mayo de 2022, la congregación organizó una jornada de reconocimiento en Vendée para reconocer colectivamente los actos de abuso infantil cometidos por sus miembros en el pasado.