Le Fígaro Nantes

Él está en el centro del asunto, pero se desconoce su identidad. Además, no fue fácil elegir una palabra para designarlo, como señaló el presidente del tribunal penal de Nantes. El “tirador” o “la otra persona”, como fue calificado según los oradores en la audiencia celebrada el lunes por la tarde, no estuvo presente para explicar su acción. El 22 de octubre de 2021, disparó a quemarropa en el cuello a un joven de 20 años en el marco de una transacción de drogas en el aparcamiento de un supermercado de Saint-Herblain. En realidad, se trataba de una “zanahoria”: el kilo de resina de cannabis, vendido a la víctima por 2.500 euros, había sido sustituido por… cartones de leche.

Si el tirador sigue evadiendo a la policía es también porque su identidad está protegida por el único acusado conocido en este caso. Presente ante el tribunal el lunes, reafirmó que no quería dar ningún nombre. “Tengo miedo a las represalias”, explicó con voz débil. A este joven de Nantes, sin antecedentes penales, se le pidió que explicara su papel en los hechos que provocaron dos meses de ITT para la víctima que, según los médicos, tuvo “suerte” de escapar. Las vagas explicaciones del acusado y su deseo de ocultar cierta información no permitieron ver mucho más claramente durante la audiencia.

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Al decir “asumiendo sus responsabilidades”, admite haberse comunicado con la víctima a través de las redes sociales. ¿Quién contactó al otro primero? Sobre este punto, el acusado y la víctima, que tampoco es muy habladora, se oponen. También admite haber desempeñado el papel de casamentero entre el comprador y el vendedor, defendiéndose de cualquier implicación en el tráfico de drogas. También fue él quien pidió prestado un vehículo a un familiar para llevar al vendedor al lugar de la transacción la mañana del 22 de octubre de 2021. “Se suponía que no debía ir allí. Fui usado. Él (el vendedor, ND) me presionó”, afirma en una defensa encaminada, en cada una de sus intervenciones, a minimizar su papel.

Un joven soltero, que asistía a una clase de gestión de BTS en el momento de los hechos, el acusado admite haber querido “rascar un billete” y “hacerle un favor” al vendedor. Por otro lado, niega haber sabido que se trataba de una zanahoria hasta el último momento. Sin embargo, se encontró una huella suya en un cartón de leche que servía de señuelo. Sobre este punto, como sobre varios otros, se contentó con un “no sé” hacia el presidente, que le pidió que explicara “francamente” sus acciones. En cuanto a la presencia de un arma, niega tener conocimiento de ella. “Si hubiera sido así no habría ido”, asegura.

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Según él, también se enteró de que un disparo, que sonó cuando la víctima estaba comprobando la mercancía comprada, se produjo sólo cuando huía. Un acto que analiza como un “error de principiante” por parte del vendedor. “No quería hacerle daño a nadie. Pido disculpas. No apruebo lo que pasó”, le dijo a la víctima. Esta última, ya condenada en el pasado por transporte de drogas, habló ante el tribunal de su “miedo” siempre presente y de sus dificultades para salir de su casa. “Me dieron por muerto”, lamenta. La bala que le atravesó el cuello impactó especialmente en la faringe y la epiglotis.

Durante su alegato, su abogado denunció el papel del acusado que hizo la “elección de la delincuencia”. Para ella, lejos de ser un “cómplice pasivo”, él fue más bien el “instigador” de la transacción. El fiscal, quien mencionó los motivos de la recalificación de los hechos que se le imputan al imputado (inicialmente tentativa de homicidio, luego estafa, transporte de armas, violencia agravada y asociación delictuosa) por las zonas de sombra del expediente insistió en que “ gravedad” del caso. En este sentido, requirió seis años de prisión.

Casi fue seguido por el tribunal que constató en particular el “ataque significativo a la integridad física” de la víctima. Condenó al acusado a cinco años de prisión y a la prohibición de presentarse en Loira Atlántico durante dos años. También tendrá que pagar 10.000 euros de indemnización a la víctima.