Enviado especial a Atenas
A las 7:50 (hora de Atenas, 6:50 en París), el puerto del Pireo, cubierto de nubes, se despierta pero la Terminal C es el escenario de una intensa actividad. Tony Estanguet, presidente de París 2024, encabeza una pequeña delegación que viene a visitar Belem. El legendario barco de tres mástiles se prepara para recibir la llama olímpica que, tras la ceremonia de transmisión en el estadio Panatenaico de Atenas el viernes, pasó la noche en la embajada de Francia. A la espera de los árbitros, los dieciséis ojeadores seleccionados por la Caisse d’Épargne participan en la adaptación del protocolo. Dos horas más tarde, protegida por guardias, escrutada por cámaras y un dron, la llama, al ritmo lento de Tony Estanguet, presidente de París 2024, decidido a aprovechar las solemnidades del momento, se sumó al pontón de Belem entre aplausos.
Una llama, guardada en una pequeña linterna, lista para instalarse en el salón del barco, lista para vivir doce días inolvidables de travesía. Rumbo a Marsella, donde la ciudad marsellesa prepara a lo grande el 8 de mayo: desfile náutico, fuegos artificiales… Cuando llegue el Belem, Florent Manaudou será el primer portador de la antorcha. Las sorpresas podrían apoderarse…
“Es un sentimiento de alegría, de orgullo, esta llama es francesa. Ella va a hacer esta travesía por el Mediterráneo. Y es también un sentimiento de responsabilidad, la llama llegará el 8 de mayo a Marsella, es el comienzo de algo extraordinariamente concreto. Queremos que los franceses estén orgullosos. Y queremos proyectar en todo el mundo una imagen abierta, una imagen de audacia, de universalismo y enviar a través del Olimpismo un mensaje de paz y armonía”, comentó la ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra, presente en el lugar.
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