La Franciscana: Un Tesoro en Peligro
En las cálidas aguas de la costa atlántica sudamericana, un ser único enfrenta un futuro incierto. La franciscana, también conocida como Pontoporia blainvillei, es uno de los cetáceos más pequeños del mundo y se encuentra en peligro de extinción debido al impacto devastador de las actividades humanas en su hábitat natural. Atrapadas en las redes de pesca, afectadas por la contaminación y, en ocasiones, víctimas de la curiosidad de los turistas, estas toninas sufren una preocupante disminución en su población.
Un Tesoro Costero en Peligro
A diferencia de otros delfines marinos, la franciscana pertenece al grupo de los delfines de río y ha desarrollado una preferencia por aguas poco profundas y estuarios en las costas de Espíritu Santo, en Brasil, hasta el norte de Chubut, en Argentina. Sin embargo, su presencia está disminuyendo rápidamente debido a la acción humana, que ha llevado a esta especie única al borde de la extinción.
El Impacto de las Interacciones Humanas
Uno de los factores que agrava la situación de la franciscana es la manipulación irresponsable por parte de turistas que, al encontrar ejemplares en la playa, los levantan para tomarse fotografías sin considerar las consecuencias. El Dr. Pablo Denuncio, investigador del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras del CONICET y la Universidad Nacional de Mar del Plata, advierte sobre el peligro de este tipo de interacciones: “La franciscana es una especie en peligro de extinción y está seriamente amenazada por actividades humanas como la pesca y la contaminación. Se encuentra protegida por la Ley 14.992, que la declaró Monumento Natural Provincial, y la manipulación de los ejemplares es un delito”, explica Denuncio.
Además, el contacto con estos animales puede representar un riesgo tanto para ellos como para las personas. Genera un estrés enorme en el animal y puede provocar accidentes, como mordeduras. También existe la posibilidad de transmisión de enfermedades en ambas direcciones: los humanos pueden contagiar patógenos a la franciscana y viceversa, señala el especialista.
Un Futuro Incierto en las Redes de Pesca
La mayor parte de la mortalidad de las franciscanas se debe a la captura incidental en redes de pesca. Las técnicas de enmallado y arrastre utilizadas para la pesca comercial resultan mortales para estos cetáceos, que quedan atrapados sin posibilidad de escapar. Otros factores que agravan su situación incluyen la degradación del hábitat con la expansión urbana, el dragado costero y la contaminación por residuos industriales que afectan los ecosistemas donde habita, la contaminación plástica y las alteraciones en los ecosistemas.
Según el monitoreo de la Fundación Mundo Marino, se ha observado una tendencia preocupante en la mortalidad de las franciscanas en las playas. En el verano de 2023 se registraron 40 ejemplares muertos, mientras que en 2024 el número ascendió a 76, casi el doble en solo un año. Esta cifra es alarmante y refleja la urgencia de tomar medidas para proteger a esta especie única.
Las franciscanas tienen un ritmo de reproducción extremadamente lento, lo que dificulta la recuperación de la población. Las hembras tienen un período de gestación prolongado y suelen dar a luz a una sola cría. Esto significa que, aunque se implementen medidas de conservación, la especie tardará en recuperarse si no se eliminan las amenazas actuales.
Ante la presencia de una franciscana en la costa, es fundamental contactar a las autoridades locales o especialistas en vida marina para que evalúen la situación y tomen las medidas adecuadas. No intentar devolver el animal al agua sin supervisión profesional, ya que una manipulación incorrecta podría causarle lesiones. Evitar el contacto directo para reducir el estrés del animal y minimizar el riesgo de transmisión de enfermedades. Registrar información clave con fotografías desde una distancia prudente y anotar la ubicación exacta ayuda a los científicos a recopilar datos importantes sobre la especie.
La franciscana, o delfín del Río de La Plata, es un tesoro en peligro que habita en las costas de Argentina, Uruguay y el sur de Brasil. Su alta captura incidental en redes de pesca la ha llevado a ser considerada una especie vulnerable. ¡Es fundamental proteger a este pequeño delfín para garantizar su supervivencia en nuestro vasto océano!