La adolescencia, ese periodo crucial de transición entre la niñez y la adultez, representa un desafío para millones de jóvenes en Panamá. Es una etapa marcada por la búsqueda de identidad y la construcción de un futuro, pero para muchas adolescentes, estos años se ven interrumpidos por la maternidad temprana.
El embarazo en adolescentes es un fenómeno que no solo se circunscribe a un problema de salud, sino que también es un reflejo de profundas carencias sociales, educativas y económicas que aún persisten en el país. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2021 se reportaron a nivel mundial 42 embarazos no planificados por cada 1,000 niñas entre 15 y 19 años.
En Panamá, esta situación es igualmente preocupante. La Dra. Geneva González, jefa del Departamento Nacional de Salud Reproductiva del Ministerio de Salud (Minsa), destacó en una entrevista con TVN-2.com que el embarazo adolescente es un conflicto social de gran magnitud. En 2022, se registraron 9,157 casos de embarazo en adolescentes y, durante la pandemia, la cifra se disparó a cerca de 10,000. Aunque en 2023 los números preliminares reflejan una disminución a 4,441 casos, la problemática persiste.
### Una mirada a las causas
El informe “Análisis situacional del embarazo adolescente en Panamá”, publicado por el Programa de Salud Sexual y Reproductiva del Minsa, identifica diversas causas sociales del embarazo adolescente. La Dra. González subraya que, desde un punto de vista fisiológico, el cerebro del adolescente aún está en desarrollo, especialmente el lóbulo frontal, responsable de la toma de decisiones. Esto les confiere características como la impulsividad y la búsqueda de aprobación, factores que pueden llevar a comportamientos de riesgo.
“Los adultos deben comprender estas diferencias y no esperar que los adolescentes se comporten como adultos. Es aquí donde fallan la educación y la autoestima, llevando a muchos adolescentes a buscar apoyo en grupos o figuras que no siempre son los adecuados”, explicó la especialista.
### Impacto económico y social
Un estudio realizado en 2019 estimó que el Gobierno panameño destina alrededor del 0.74% del Producto Interno Bruto (PIB) en apoyo a adolescentes embarazadas. La Dra. González señaló que el embarazo a temprana edad no solo reduce las oportunidades educativas y laborales de las jóvenes, sino que también las empuja a ingresar prematuramente al mercado laboral.
“Muchas de estas adolescentes no logran completar siquiera el primer o segundo año de universidad. Aunque realicen el mismo trabajo que sus pares, su falta de educación superior les impide avanzar profesionalmente”, añadió. La situación se agrava para aquellas provenientes de estratos socioeconómicos bajos, lo que limita aún más sus oportunidades. Además, el embarazo en la adolescencia representa un costo elevado para el sistema de salud, ya que este grupo tiene un mayor riesgo de complicaciones durante el parto y, en muchos casos, evita el control prenatal por miedo o falta de apoyo familiar.
### Las Claras: un proyecto que ofrece esperanza
El proyecto “Las Claras” se presenta como una luz en medio de este panorama. Carolina Landucci, directora ejecutiva de la iniciativa, explicó que el objetivo principal es brindar una segunda oportunidad a madres adolescentes para que puedan retomar sus proyectos de vida y convertirse en agentes de cambio para sus familias y comunidades.
En sus nueve años de funcionamiento, “Las Claras” ha graduado a más de 150 jóvenes madres. Este año, se espera que 20 más completen su bachillerato en Comercio con énfasis en Contabilidad y un técnico en Asistente Administrativo.
“El apoyo de la familia es fundamental. Les explicamos que, aunque serán 18 meses de esfuerzo, la educación es la herramienta para el cambio y el progreso”, destacó Landucci.
### Educación sexual integral: una necesidad urgente
Para abordar esta problemática, la Dra. González insistió en la necesidad de implementar una educación sexual integral que vaya más allá de la prevención de embarazos no deseados.
“La educación sexual debe fortalecer la autoestima y dar herramientas para la toma de decisiones. No se trata de fomentar la actividad sexual prematura, sino de empoderar a los adolescentes”, afirmó. Actualmente, Panamá cuenta con más de 100 centros de atención para adolescentes del Ministerio de Salud y 20 de la Caja de Seguro Social, diseñados para ofrecer servicios de salud sexual y actividades preventivas. Sin embargo, la doctora subraya que se necesita un enfoque más integral.
“La planificación familiar no resolverá todo; se requiere la colaboración de toda la sociedad para mejorar la calidad de vida de estos jóvenes”.
### El reto de la educación en el hogar
La comunicación efectiva entre padres e hijos sobre sexualidad y prevención es crucial, según la especialista. Desde el Minsa, se promueven las “escuelas para padres” como un espacio para preparar a los progenitores en estos temas.
“Lamentablemente, la asistencia es baja. Muchos padres creen saber cómo educar a sus hijos sin necesidad de instrucción adicional, lo cual es un error. La paternidad y la maternidad requieren preparación, especialmente para reconocer los riesgos que enfrentan sus hijos adolescentes”, concluyó González.
El embarazo adolescente en Panamá es una consecuencia de fallas estructurales en el sistema educativo y social. Lograr reducirlo no será posible sin un compromiso conjunto entre el gobierno, la sociedad civil y las familias. Solo así se podrá construir un futuro más prometedor para los jóvenes del país.