Después de los coches, es el turno de los vehículos pesados de pasar a la parrilla. El Parlamento Europeo adoptó el martes un texto que reduce significativamente las emisiones de carbono de los vehículos pesados vendidos en la UE y exige que los nuevos autobuses urbanos tengan emisiones cero a partir de 2030. La posición de los eurodiputados, votada por 445 votos a favor (152 votos en contra), 30 abstenciones), ahora tendrá que negociarse con los Estados miembros para ultimar esta legislación crucial para los objetivos climáticos europeos. Los camiones, autobuses y autocares generan más del 6 % de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE y más de una cuarta parte de las emisiones del transporte por carretera.
Según el texto adoptado, las emisiones de los vehículos pesados vendidos a partir de 2030 deberán reducirse al menos un 45% con respecto a 2019, luego un 65% en 2035 y finalmente un 90% en 2040. Los objetivos que incorpora la propuesta inicial del Comisión, ya aprobado por los Estados miembros en su posición adoptada a mediados de octubre. Este calendario es distinto al de los automóviles: la UE ya ha ratificado el fin total de las ventas de automóviles nuevos con motor térmico a partir de 2035.
Los eurodiputados también votaron a favor de que la legislación se aplique a más vehículos pesados, en particular camiones pequeños y medianos, reduciendo la lista de exenciones establecidas por los estados. Si los vehículos de policía o bomberos, las ambulancias y los vehículos agrícolas siguen estando exentos, las normas se aplicarían no obstante a una parte de los vehículos profesionales (camiones de basura, hormigoneras, etc.) que se consideran más fáciles de descarbonizar.
Otro objetivo clave respaldado por el Parlamento: todos los autobuses nuevos que entren en servicio en las ciudades europeas a partir de 2030 deben tener “cero emisiones”. Los Estados miembros desean ampliar este plazo hasta 2035. Los eurodiputados sólo permiten un aplazamiento hasta 2035, bajo condiciones estrictas, para las comunidades que hayan renovado recientemente su flota de autobuses invirtiendo en biometano. Para los vehículos pesados, propulsados por diésel o gasolina, el cambio hacia lo eléctrico o el hidrógeno (pilas de combustible o motores de combustión modificada) apenas está comenzando.
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Los fabricantes están alarmados por el desafío logístico que se avecina y exigen medidas adicionales en términos de infraestructura de carga e incentivos de compra. Una enmienda apoyada por el PPE (derecha) también deja la puerta abierta al uso de biocombustibles y combustibles sintéticos “neutrales en carbono”. «Excluir las tecnologías desde el principio fue un mal método», comentó el eurodiputado (PPE) Jens Gieseke. Algo que alarma a la ONG Transportes