El Tribunal de lo Penal de Sarthe condenó el miércoles 27 de septiembre a 12 años de prisión a un conductor que mató a un policía que acudió a ayudarle cuando se quedó dormido, borracho, en un semáforo en rojo en agosto de 2020 en Le Mans.

Malgré des cales posées cette nuit-là sous ses roues par les pompiers qui ne parvenaient pas à le réveiller, l’accusé avait brutalement accéléré après un bref échange avec les secours, emportant avec lui le policier, entré partiellement dans l’habitacle pour couper el contacto.

Después de un desvío de más de 200 metros, con una velocidad máxima de más de 70 km/h, el coche chocó violentamente contra un muro bajo, lanzando al brigadier Éric Monroy, de 43 años, que murió en el acto. Procesado desde el lunes por «violencia intencionada con resultado de muerte sin intención de causar la muerte a una persona que ostenta una autoridad pública», Charlie Fajole, de 29 años, se arriesga a una pena máxima de 20 años de prisión.

«No busco perdón pero pido disculpas a su familia y a sus compañeros», dijo el acusado, de físico delgado y nervioso y barba corta y rubia, antes de que se retirara el jurado. El fiscal general había solicitado 15 años de prisión en su contra. Como ella, el Tribunal de lo Penal consideró que esta violencia fue efectivamente voluntaria – no el resultado de un simple accidente – y que era «consciente de ser objeto de control policial».

«Charlie Fajole vuelve a arrancar el motor deliberadamente» y luego «acelera hasta la capacidad máxima de su vehículo», subrayó la abogada general, Florence Leroux-Ghristi. Peor aún, tomó esta decisión “porque Éric Monroy era policía”, afirma el magistrado, recordando la anterior condena de Charlie Fajole por desacato y rebelión en 2018, así como otra condena por conducir en estado de ebriedad y negarse a cumplir en 2015.

Mientras tanto, fue sentenciado en 2022 por tráfico de drogas, que, según dijo, utilizaba “para evitar tener pesadillas”. Para la defensa, el maître Jean de Bary siguió argumentando, como lo hizo durante todo el procedimiento, que su cliente tuvo “una reacción instintiva de huida” al despertar. En su opinión, se trata por tanto de un “homicidio involuntario”, un delito punible con menor gravedad.

“Claramente no es un ángel, pero tampoco es un monstruo. El experto psicólogo explica que en ese momento tiene miedo y no es consciente de sus elecciones”, afirma, citando trastornos de atención y del sueño.

Cuando los bomberos y los servicios de emergencia logran despertar a Charlie Fajole, “está confundido, está en otra parte (…) no sabe lo que está pasando”, asegura el abogado. Por la mañana, los abogados de las numerosas partes civiles habían rechazado la idea de que se tratara de un simple accidente de tráfico de carácter fortuito.

“El mismo Fajole nos dijo: ‘Pensé que acelerando se iba a soltar’”, señala el maître Laurent-Franck Liénard, que representa a la viuda, a sus tres hijas y a sus sobrinas del policía.

El maître Jonathan Proust, en nombre de los dos compañeros de Éric Monroy presentes en la patrulla policial de emergencia la noche de la tragedia, quiso «llevar con el dolor inconmensurable de la policía nacional», la «segunda familia» del brigadier. “Hay pocos trabajos en los que, cuando te despides por la mañana de tu mujer y de tus hijos, tienes la incertidumbre de poder volver por la tarde”, señaló.