¿Y si la sensación de bienestar en el trabajo viniera de la satisfacción por el trabajo bien hecho? Ser capaz de producir un “trabajo hermoso” influiría en la percepción de la tarea, el trabajo y la organización. Este libro representa una oportunidad ideal para reflexionar sobre la calidad del trabajo y su dimensión estética, dos elementos centrales en la motivación de los empleados.

Encontrar una solución elegante a un problema, crear un mecanismo perfecto, diseñar un producto bien pensado, realizar una tarea con belleza: ¡todas estas son actividades gratificantes! “Poder hacer un buen trabajo es poder estar orgulloso de lo que hacemos”, resume el sociólogo y profesor francés Jean-Philippe Bouilloud. Y a veces también se trata de resistir la presión económica de la organización que prefiere la productividad a la calidad. “Junto al sufrimiento ético, existe un verdadero sufrimiento estético en la prevención de esta hermosa obra que, sin embargo, sigue siendo una verdadera exigencia profesional y un derecho moral de todos”, afirma.

La belleza puede materializarse tanto en la creación de un programa o de un objeto de valor como en la ejecución de tareas, incluso las más repetitivas. Como ilustran estas palabras del escritor Georges Navel: “Solo manejas bien el pico si le prestas atención. Los excavadores lo utilizan con [una] economía de esfuerzo. Sus movimientos son inteligentes y están bien regulados. Manejar la pala sin cansarse excesivamente, realizar una tarea igual todos los días requiere habilidad. » Si bien las experiencias de ser “bello” en el trabajo son múltiples, a menudo parecen fuera de lugar en el mundo actual.

Nada más tomar posición, la agradable sensación de belleza, como una primera buena impresión, puede crear un efecto de sorpresa y ser recordada duraderamente como “la primera conexión con el campo”. Las sensaciones positivas o negativas perceptibles en el lugar de trabajo son como “pruebas” que dicen mucho sobre las condiciones de trabajo, las preocupaciones o las ansiedades de los empleados, precisa el autor. En general, olvidar la belleza, o incluso impedirla, genera malestar y frustración dentro de un equipo.

¿La necesidad de belleza daría sentido al trabajo? La exigencia de un trabajo bien hecho puede parecer impopular entre los empleados, pero ocurre todo lo contrario, asegura Jean-Philippe Bouilloud. El deseo de controlar escrupulosamente la calidad del trabajo que realizamos estaría en el centro de nuestro compromiso de trabajo. Esta postura requiere ir más allá de la facilidad y proporciona una sensación de logro.

Sin mencionar que el “buen trabajo” respalda el profesionalismo, conecta a los trabajadores y crea excelentes relaciones profesionales que impactarán a toda la empresa. Lo mismo ocurre con la satisfacción de algo hecho según las reglas, de un trabajo ejemplar reconocido por los pares. Un trabajo bien hecho sería incluso fuente de dignidad e identidad común dentro de una organización.