Cuando la policía lo detuvo al volante de su coche hace unas semanas, Stéphane Vinot pensó que no tenía nada que reprocharse. Sin embargo, se sorprendió cuando los gendarmes le dijeron que su licencia, que obtuvo en 1987 en Abiyán (Costa de Marfil), en realidad nunca había sido válida, informa Le Parisien, siguiendo informaciones procedentes de París Normandía.
Desde su regreso a Francia, hace 36 años, el hombre conducía con un permiso de conducir sin valor. Sin embargo, el conductor nunca se había preocupado hasta entonces. “En ningún momento me señalaron que mi licencia no estaba vigente. Ni cuando alquilé un coche, ni nadie de mi aseguradora. Incluso ya he sido controlado por la policía, sin que haya habido ningún problema”, se maravilla al diario.
Las autoridades le dijeron que debería haber iniciado un proceso de “intercambio” de permisos para obtener el papel rosa francés. Por tanto, Stéphane Vinot será citado el próximo mes de enero ante el tribunal judicial de Evreux para responder de su delito. Su abogada, que le admitió que nunca se había enfrentado a un caso así, le dijo que podría enfrentarse a una multa de hasta 500 euros.
Mientras espera la citación, el cincuentón se ve penalizado con la suspensión del preciado sésamo: viviendo en una zona rural, este técnico comercial informático debe ahora arreglárselas con sus seres queridos para viajar o visitar a los clientes. “Como mi licencia no está suspendida ni cancelada, no tengo ningún recurso. E incluso si tengo la suerte de estar bien rodeado y de tener soluciones, necesariamente sigue siendo muy complicado. No veo la hora de poder volver a conducir”, explica a Le Parisien.
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El cincuentón intentó en vano ponerse en contacto con la embajada de Costa de Marfil para recibir los documentos necesarios para un posible intercambio de permisos, pero las negociaciones se prolongaron. Para poder obtener un permiso francés, Stéphane Vinot tuvo que decidirse a seguir el camino tradicional: inscribirse en una escuela de conducción, donde su hija también se prepara para sacarse el permiso. “Ella cambió a conducción acompañada y oficialmente yo era el conductor acompañante”, especifica el hombre. Este embrollo corre el riesgo de convertirlo nuevamente en una “licencia joven”, con las limitaciones que esto implica, subraya Stéphane, que hubiera preferido un trato “menos administrativo” y “más humano”.