Le Fígaro Nantes
Le Reflet (en Nantes), Cafés Joyeux… Nicolas Mainguy y Célia Baril lo han notado: los restaurantes que emplean a personas discapacitadas se multiplican en el mercado. No dudan en acoger favorablemente estas iniciativas. “Tiene que existir”, aseguran contactados por teléfono. Pero quieren dar un paso al costado, a través de su futura panadería inclusiva. Su objetivo será emplear a tres aprendices autistas para darles un trampolín hacia la inclusión en un entorno normal.
“En septiembre, mi jefe decidió vender su panadería y la idea se consolidó”, cuenta Nicolas Mainguy, panadero desde hace 20 años. En cuanto a su mujer, trabaja desde hace casi 25 años como educadora especializada, “principalmente con personas autistas, más o menos autónomas”. Observó que el acceso al mundo laboral podría resultarles difícil, debido a inquietudes o prejuicios. Esta pareja de cuarenta años está aún más familiarizada con el tema porque el mayor, de 18 años, es autista.
Todos estos elementos les han llevado a trabajar en su proyecto durante varios meses. Ya han encontrado un lugar. Si quieren ser discretos, pueden decir que el negocio estará situado en Saint-Nazaire (44), no muy lejos de la ciudad de Saint-Malo-de-Guersac donde viven. “Decidimos instalarnos en una gran ciudad para que los aprendices pudieran viajar solos”, explica Nicolas Mainguy, refiriéndose al transporte público.
Además de los socios bancarios y las organizaciones y fundaciones con las que contactaron, lanzaron hace tres semanas un fondo abierto al público en general para recaudar 30.000 euros. Esperan poder abrir su panadería en enero de 2025 para poder acoger a partir de julio a aprendices con trastornos del espectro autista. “Queremos disponer de seis meses para tranquilizar a los trabajadores (los profesionales que les apoyarán, N.D.) y adaptar la tienda a todo tipo de discapacidad”.
Además de un seguimiento personalizado con espacios designados o una caja registradora adecuada, el lugar de venta estará diseñado para que sea accesible para todos. Algunas etiquetas pueden estar en Braille, no habrá música y algunos vendedores pueden estar capacitados en lenguaje de señas.
A través de este proyecto, Nicolas Mainguy, que recibió una medalla de oro departamental por la tradición de la baguette en 2018, desea transmitir su pasión artesanal y contribuir a una mejor integración de los jóvenes en el entorno general. Su esposa quiere demostrar “que con herramientas, organización adaptada y apoyo, los jóvenes autistas pueden formarse y trabajar en un entorno normal”. Al mismo tiempo, está poniendo en marcha una asociación de apoyo a los jóvenes que, a largo plazo, podría utilizarse para otras empresas. Los impulsores del proyecto no tienen miedo, y esto “a pesar de la situación económica del precio de la electricidad en las panaderías”. Su objetivo es vivir de su estructura que se llamará L’Évidence, en referencia a la filosofía de un «lugar donde la diferencia se hace evidente».
Según su investigación, se trata del primer concepto de panadería inclusiva en Francia. Esto ya se está haciendo en Bélgica o Quebec. Realmente esperan poder hacer que los empresarios quieran contratar posteriormente a sus aprendices. Mientras esperan que comience el proyecto, buscan voluntarios que tengan tiempo para ayudarlos. Para contactarlos: celiabaril@yahoo.fr