Le Figaro Lyon

Un extraño cóctel flota entre las frondosas vides que se extienden sobre las laderas del crus Beaujolais. Un nuevo estudio realizado por la asociación de control de pesticidas Générations Futures, y descubierto por Le Progrès, confirma la presencia de residuos de productos fitosanitarios en el aire del viñedo. Un laboratorio especializado ha identificado una veintena de pesticidas. Con la aclaración esta vez de que la distancia legal de cinco metros entre vides y edificios no es suficiente para que estas sustancias se disipen.

«Esta campaña sobre las generaciones futuras demuestra que las zonas de no tratamiento (ZNA) no son suficientes», afirma Mathieu Chastagnol, miembro de la asociación Queremos amapolas Beaujolais que participó en el estudio. Queremos llevarlo a 150 metros”. El dispositivo instalado entre mayo y julio pasados, durante el período de tratamiento, estaba compuesto por “sensores pasivos”. Campanas de acero inoxidable, colocadas sobre una estaca a 1,5 metros del suelo. En el interior, una espuma absorbe partículas. Luego se envía al laboratorio para investigar alrededor de un centenar de sustancias.

Se habían colocado cuatro sensores en las afueras de una parcela virgen rodeada de vides. Un quinto estaba en medio de la parcela, a 70 metros de las primeras vides. “El sensor central ocupa el segundo lugar entre los que captan la mayor cantidad de pesticidas”, concluye Mathieu Chahastagnol. Un último sensor, situado en Villefranche-sur-Saône, para medir el “ruido de fondo” de la ciudad, capturó 14 veces menos pesticidas. El estudio también se llevó a cabo en el norte, donde se encontraron trazas de glifosato en cantidad, y en los viñedos de Burdeos. En el Ródano el folpel, un fungicida, es el más presente. Permite tratar hongos como el oídio o el mildiú que enferman las vides.

Un informe del Inserm sobre 5.300 estudios científicos concluyó en 2021 que existía la presunción de un fuerte vínculo entre la exposición a productos fitosanitarios y el desarrollo de cáncer de sangre, cáncer de próstata, leucemia en niños o incluso enfermedad de riñón, Parkinson. Los primeros afectados son los agricultores, que están más expuestos, así como las mujeres embarazadas y los niños. Mathieu Chastagnol se declara especialmente preocupado por esto último. Debido a la particular topografía de los viñedos de Beaujolais, con sus pueblos rodeados de viñedos, y, en particular, a la proximidad inmediata de las escuelas.

«Es un verdadero problema de salud, una bomba en ciernes», continúa el que identificó «una treintena de escuelas en riesgo». Para moderar tanto el método de estudio como el censo de estos establecimientos, Jérémy Thien, vicepresidente responsable de la agricultura de la comunidad de municipios, reconoce la necesidad de trabajar en este tema. “En realidad, un gran contingente de estas treinta escuelas ya ha sido tratado, se han eliminado las vides y algunas se han vuelto ecológicas”, asegura a Le Figaro. Podemos considerar subir hasta 15 metros, pero 150 es inconcebible y no tiene relevancia científica”.

Mathieu Chastagnol lamenta la falta de un mapeo de los focos de cáncer, aunque lo que más preocupa a los viticultores es. “El tema puede ser explosivo, pero hay que escuchar a los informantes, no como ocurre con el amianto”, afirma. “Necesitamos poner en marcha una guía de buenas prácticas entre profesionales y cargos electos locales, sobre todo porque estamos en un período de revisión del Scot (esquema de coherencia territorial, nota del editor) y del Plu-H (planificación urbana local y de hábitat, nota del editor), coincide Jérémy Thien. La profesión ya ha avanzado mucho en el ámbito ecológico, HVE (alto valor medioambiental, nota del editor) e incluso los viticultores convencionales tienen prácticas razonadas. A veces es simplemente avisar al vecino que le vamos a tratar para que cierre las ventanas”. Insuficiente para los activistas medioambientales que ahora planean alertar a los padres.