Un hombre de 32 años, juzgado por haber participado en una paliza frente a una discoteca de Lyon, fue condenado el martes 19 de diciembre a un año de prisión, incluidos seis meses en su domicilio con una pulsera electrónica, en un contexto de tensiones alimentadas por la ultraderecha local. Marc B. fue declarado culpable de “violencia grupal basada en la raza o el origen de la víctima” por el tribunal penal de Lyon. Fue acusado de haber atacado, con un grupo de una decena de acompañantes, a dos personas de origen magrebí frente a una discoteca del casco antiguo de Lyon, un barrio famoso por su animada vida nocturna y territorio privilegiado de pequeños grupos de ultraderecha.
“Un ataque inaceptable”, en palabras del fiscal Pierre Lauzeral, que solicitó dos años de prisión, uno de los cuales es cerrado. De pelo corto, barba y apariencia rechoncha, el acusado negó primero los hechos ocurridos el domingo 17 de diciembre en la madrugada, antes de reconocer la agresión a una de las víctimas, confrontada con imágenes de videovigilancia. Este técnico informático sin ficha, afincado en Lyon desde este verano, “pidió perdón” a las víctimas y añadió que lo que “les pasó no es normal”. Negó cualquier comentario racista y negó cualquier pertenencia a un grupo de ultraderecha.
Imágenes de CCTV muestran al grupo golpeando y pateando a dos hombres, incluido uno en el suelo. Hospitalizada tras el ataque, una de las dos víctimas dijo a los investigadores que había oído insultos racistas como «sucio bastardo, sucio bastardo, sucio árabe» o «pronto no habrá más musulmanes en Francia». “Querían mi piel”, testificó el martes, con el ojo hinchado y morado, apoyado en una muleta. «Hay personas en la sala que estaban presentes esa noche», aseguró también en el bar, señalando a cuatro jóvenes sentados en la segunda fila de la sala para comparecencia inmediata ante el tribunal penal de Lyon.
«Es escalofriante que hoy en Lyon podamos ser víctimas de linchamientos por supuestos orígenes», afirmó Alexis Semet, abogado de las partes civiles. Para la abogada defensora, Marie-France Vulliermet, el enfrentamiento se explica en gran medida por el alcoholismo de todos los protagonistas.