El presidente francés, Emmanuel Macron, pidió el miércoles «acelerar» la asociación con Kazajstán, la mayor economía de Asia Central rica en recursos naturales, durante una reunión en Astaná con su homólogo Kassym-Jomart Tokaïev.

Emmanuel Macron realiza una visita de dos días a Kazajstán y Uzbekistán, dos ex repúblicas soviéticas donde Francia pretende dejar su huella en un contexto de carrera por la influencia entre rusos, chinos y europeos. «El vigor (de nuestra asociación) demuestra las buenas direcciones estratégicas que se han tomado, pero (también) la necesidad de completarlas y acelerarlas, que es el objetivo de la visita», declaró Emmanuel Macron, junto con su homólogo kazajo.

Saludó la “negativa” kazaja a tomar el “camino de la vasalla detrás de unas pocas potencias”, mientras que Kazajstán es aliado de Moscú y cercano a Beijing. Kassym-Jomart Tokaïev también insistió en la “necesidad” de dar un “impulso adicional” a las relaciones entre París y Astaná. «Francia es nuestro socio clave y fiable en la Unión Europea», saludó el líder, según un comunicado de la administración presidencial kazaja.

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Al llegar en la nieve a Astana, la capital kazaja con una arquitectura futurista construida en medio de las estepas, Emmanuel Macron es el primer presidente francés que visita Kazajstán desde François Hollande en 2014. Se han firmado varios contratos en los sectores estratégicos de minerales, farmacéutico, energético, aeronáutico y cultural. Como confirmó el miércoles el ministro kazajo de Energía, EDF es uno de los candidatos para el proyecto de la primera central nuclear de Kazajstán, cuya construcción deberá ser confirmada mediante referéndum a finales de año.

Los metales críticos, esenciales para la transición energética y en los que la región es rica, también ocupan un lugar destacado en las conversaciones con Uzbekistán, que se encuentra entre los principales proveedores de uranio de Francia. El especialista en uranio Orano, que ya explota una mina en Kazajstán, también quiere aumentar su presencia, mientras que Kazajstán produce por sí solo el 43% de la producción total, según la Asociación Nuclear Mundial.

Emmanuel Macron, acompañado por una numerosa delegación económica entre los que figuran los directores generales de EDF (electricidad), Suez (agua) y Orano (uranio), inaugurará un foro empresarial franco-kazajo con Kassym-Jomart Tokaïev y se reunirá con estudiantes antes de volar a la vecina Uzbekistán donde pasará la jornada del jueves. Francia es el quinto inversor extranjero en Kazajstán, por delante de China, en particular gracias a la creación del grupo petrolero TotalEnergies, que explota conjuntamente el importante yacimiento de Kachagan en el Mar Caspio. El comercio bilateral ascendió a 5.300 millones de euros en 2022, principalmente en hidrocarburos. Kazajstán también suministra a Francia casi el 40% de su uranio.

Asia Central, durante mucho tiempo un recinto ruso, es cortejada ardientemente por las grandes potencias en un momento en que Rusia está monopolizada por su ofensiva militar en Ucrania. En este juego de influencias, la vecina China, con su importante proyecto de infraestructura “Nuevas Rutas de la Seda”, ha tomado ventaja. Pero Europa y Turquía también están avanzando sus peones. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, también seguirán los pasos de Emmanuel Macron el jueves y viernes en Astaná.

Aprovechando este entusiasmo, Kazajstán y Uzbekistán confían en la apertura económica y una diplomacia equilibrada para afirmarse, incluso si Moscú sigue siendo un socio esencial. Al viajar a la región a pesar de una intensa agenda internacional, Emmanuel Macron pretende “apoyar la soberanía y el deseo de diversificar las asociaciones expresadas por los dos países”, señala el Elíseo. Su objetivo concreto es fortalecer los lazos económicos bilaterales, la cooperación en cuestiones climáticas importantes y la “diplomacia de influencia” de Francia hacia los jóvenes.

En Uzbekistán, el país más poblado de Asia Central, con unos 35 millones de habitantes y recluido durante mucho tiempo, Emmanuel Macron compensará una ausencia de casi 30 años, ya que ningún presidente francés ha visitado el país desde 1994. Más allá de su apertura económica, las dos repúblicas siguen siendo autoritarias. regímenes donde la represión de las manifestaciones es a menudo violenta, a pesar del deseo declarado de liberalización política.