Se trata de un asunto en expansión en el que cuatro de los protagonistas son objeto de una orden de detención desde 2022 por haber intentado defraudar a varias empresas francesas.
Al igual que en la “estafa del presidente”, consistente en usurpar la identidad de un directivo de la empresa para convencer a un empleado de realizar un traspaso, la operación implicó una suplantación de la identidad, la de los proveedores. Los supuestos acreedores informaron a sus “clientes” de un cambio de dirección bancaria y exigieron el pago de facturas reales a un centro de llamadas ficticio con sede en Israel. Otras empresas fraudulentas, también con sede en el extranjero, se encargaban de recuperar y cobrar los fondos malversados a las empresas víctimas.
Para los investigadores, el método de funcionamiento implicaba un buen conocimiento de la empresa objetivo. Los estafadores primero llamaban a los proveedores, haciéndose pasar por clientes, para averiguar el importe de las facturas adeudadas, antes de asumir el papel opuesto. Muchas empresas quedaron atrapadas, en particular por la exactitud de las cantidades reclamadas, hasta el céntimo. Las empresas perjudicadas o víctimas de estos intentos de fraude fueron muy diversas: lavanderías y hoteles, una distribuidora de material de calefacción, baño, alicatado y fontanería, mataderos e incluso una residencia de ancianos.
En total, 17 entidades (empresas o asociaciones) de toda Francia se han convertido en partes civiles en este juicio previsto hasta el viernes. Tres de los acusados objeto de una orden de detención eran los jefes del centro de llamadas en Israel, según un coacusado de Marsella.
Este último, bajo supervisión judicial desde 2020, admitió haber trabajado en este centro bajo el nombre supuesto de “Patrick Montiel”, pero como un simple empleado, según sus declaraciones. Sus declaraciones, así como investigaciones similares llevadas a cabo en Burdeos y Nancy, llevaron a los investigadores a sospechar de otro individuo como autor intelectual de la estafa y de un segundo como operador (ordenador, direcciones de correo electrónico falsas, RIB y documentos justificativos falsos). , mientras que un último habría contratado a los responsables de abrir empresas fantasma en el extranjero, a las que transferir los fondos adquiridos de forma fraudulenta.
Estos acusados ya fueron condenados en diciembre de 2021 por el tribunal penal de Burdeos por “fraude en grupo organizado”, en otra faceta de esta gran estafa seguida por la jurisdicción económica y financiera de Burdeos. También se encuentran en el banquillo de los acusados una serie de personas, la mayoría domiciliadas en Marsella, sospechosas de haber permitido el blanqueo de dinero que pasaba por sus cuentas bancarias. Están siendo procesados por “complicidad en fraude cometido por banda organizada y/o lavado de dinero”.