Intentaban enviar teléfonos móviles a los detenidos a través de las cárceles del juzgado de Marsella: un policía y un ex asistente de seguridad fueron condenados el jueves a penas de prisión, en particular por corrupción. Alertado de un posible tráfico de teléfonos al centro de detención preventiva de Baumettes cometido por policías de las cárceles del juzgado de Marsella, el jefe de este servicio sorprendió, el 2 de diciembre de 2016, a un asistente de seguridad en el proceso de salida de los baños de los reclusos, que normalmente no son utilizados por los funcionarios.

En el interior, escondidos detrás de un bote de basura, descubrió varios paquetes envueltos en cinta marrón y que contenían tres teléfonos celulares y sus accesorios. Durante su traslado al juzgado para ser juzgados o escuchados por los magistrados, los detenidos no son registrados ni a su salida ni a su regreso.

Un ADN femenino descubierto en los paquetes permitió identificar a la acompañante de un recluso, figura del narcobandidismo marsellés. Había estado en contacto telefónico con un policía, conocido en su barrio, destinado en los calabozos del juzgado de 2012 a 2015. Por haber servido de intermediario entre esta mujer y el auxiliar de seguridad asignado a los calabozos, el policía fue condenado a dos años de prisión, incluido un año para cumplir con un brazalete electrónico en el hogar. El acompañante del detenido recibió una pena condicional de ocho meses de prisión.

Leer tambiénLa policía escocesa es “institucionalmente racista”, denuncia su jefe

Ambos fueron condenados por cohecho y complicidad en tentativa de entrega irregular de un objeto a un detenido. Los destinatarios de los teléfonos habían aprovechado el viaje de un compañero de prisión al juzgado para fijar la fecha en que se iba a realizar la operación. El ex asistente de seguridad fue visto por su parte infligiendo dos años de prisión, incluidos seis meses, una sentencia también dispuesta en arresto domiciliario. Sin embargo, fue puesto en libertad por otra entrega de la que era sospechoso en noviembre de 2016.

Admitió haber solicitado vía telefónica el pago de sus servicios por valor de 300 euros. El policía cuestionó cualquier remuneración y explicó que la suma de dinero encontrada por los investigadores de la IGPN en su vestuario procedía de un torneo de fútbol organizado por una asociación deportiva de barrio que él dirigía. Un cuarto acusado, la esposa de un recluso, recibió una sentencia condicional de seis meses de prisión por querer usar este circuito. Quería que le entregaran un teléfono a su acompañante para que pudiera ver a su hijo que acababa de nacer.