Con una tasa de desempleo históricamente baja y una escasez rampante de mano de obra, uno podría creer que el mercado laboral favorece a los trabajadores. Esto está lejos de ser falso. Emna Braham señala que, históricamente, el gran estrés del trabajo era encontrar y conservar un empleo. Esta tensión ha disminuido en los últimos años.
Pero Braham señala que la escasez de mano de obra tiene una contraparte de la que se habla poco.
Pensemos en el sector sanitario, donde la escasez de personal provoca horas extraordinarias obligatorias de las que la red intenta liberarse. O en las escuelas, donde los profesores se quejan de la falta de especialistas que los apoyen.
Desde la segunda mitad de 2023, Braham señala que la economía se ha desacelerado, lo que ha provocado pérdidas de empleo en sectores como la cultura, los medios de comunicación y las tecnologías de la información.
“Es posible que el estrés de perder el trabajo haya resurgido en cierta medida”, señala.
Finalmente, señala que las carreras son menos “lineales” que antes y que los trabajadores cambian a menudo de trabajo. Se trata de períodos de adaptación y estrés que pueden contribuir a la sensación de estar abrumado por los acontecimientos.
A nadie le sorprenderá ver la inflación en el banquillo para explicar nuestras vidas locas. El tiempo es oro, y cuando el alquiler sube, muchas veces hay que trabajar más horas para poder pagarlo.
Hasta finales de 2023, los salarios han aumentado en promedio más rápido que la inflación. Pero la señora Braham nos recuerda que la expresión “en promedio” esconde todo tipo de realidades. Para algunos, la inflación ha golpeado muy fuerte sin que los ingresos sigan su ejemplo. Braham también destaca lo que ella llama el fenómeno de la “escalera”. La inflación aumenta continuamente, pero no siempre es así con los salarios, que a veces aumentan repentinamente cuando se renuevan los convenios colectivos. Entre dos escalones de escaleras, los trabajadores pueden sentirse atrapados.
Braham observa que desde principios de 2024, el crecimiento de los salarios se ha desacelerado, de modo que, aunque la inflación se ha desacelerado, ahora es mayor que el crecimiento de los ingresos.
La tragedia es que estas partidas son difíciles de reducir y absorben una gran parte del presupuesto, especialmente para las familias de bajos ingresos.
Todos conocemos los desafíos de equilibrar el trabajo con la realidad de tener hijos: ir y venir a la escuela o a la guardería, las tareas, la práctica de fútbol, los resfriados que tratar, las alondras. Pero Emna Braham señala una realidad de la que los empresarios y la sociedad en general son mucho menos conscientes: el hecho de que, con el envejecimiento de la población, muchos trabajadores tienen que cuidar de… sus padres. “Podemos pensar en trabajadores de entre 55 y 65 años, que trabajan cada vez más y cuyos padres envejecen”, subraya. Este es un fenómeno que probablemente aumentará porque queremos retener a los trabajadores mayores. »
Las mujeres, señala Braham, son a menudo quienes desempeñan el papel de cuidadoras y luchan por conciliar esta nueva realidad entre el trabajo y la familia.