¿Estás constantemente cansado y tu piel está cubierta de impurezas? Estas son sólo dos de varias señales de advertencia que indican un consumo excesivo de azúcar. Lee aquí qué otras reacciones puede tener tu cuerpo que indiquen un consumo excesivo de azúcar.

Una galleta por aquí, un cóctel por allá y una barra de chocolate para el medio. Todos sabemos que estas delicias son auténticas bombas de azúcar. 

Desafortunadamente, también hay una gran cantidad de edulcorante blanco escondido en muchos alimentos que no sospechamos. Los aderezos para ensaladas y los jugos de frutas son sólo dos ejemplos de trampas de azúcar traicioneras.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), no debemos consumir más de 50 gramos de azúcar para un aporte energético diario de 2.000 calorías. ¿Suena mucho? No precisamente.

Dependiendo de la situación, esta recomendación se puede superar con tan solo dos vasos de zumo de naranja. Estas bombas de azúcar secretas no sólo pueden provocar obesidad, sino que a largo plazo y, en el peor de los casos, diabetes y enfermedades cardíacas.

Para que no llegue a ese punto, el cuerpo suele proporcionar información con antelación. Los siguientes síntomas ya podrían ser señales de alerta de tu cuerpo:

Los productos con alto contenido de azúcar pueden debilitar nuestro sistema inmunológico. El consumo elevado de azúcar suele estar asociado a una dieta pobre en nutrientes. Esto hace que a nuestro cuerpo le resulte más difícil desarrollar un mecanismo de protección contra resfriados y virus.

¿El resultado? Somos mucho más susceptibles a las infecciones y nos enfermamos más rápidamente.

Consejo: cuanto más sencillos sean los productos, mejor. Por eso, siempre que sea posible, elija alimentos integrales, como cereales integrales y frutas y verduras sin procesar, en lugar de productos preparados. Esto proporcionará a tu cuerpo las sustancias que necesita.

Cuando el bajón de la tarde nos golpea de nuevo, una barra de chocolate es la salvación en caso de emergencia, una auténtica inyección de energía. Pero el efecto dura poco y poco después te vuelves a sentir débil y apático. ¿Y la concentración? Eso también se fue.

No es de extrañar, porque el azúcar hace que nuestros niveles de azúcar en sangre se disparen y luego caigan en picado con la misma rapidez. Además, el consumo regular pone en marcha un ciclo a través del cual el cuerpo literalmente demanda azúcar para obtener energía.

Por eso es más difícil renunciar a los dulces si los consumes con regularidad. La espiral del anhelo es inevitable.

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¿Sufres a menudo de flatulencias, diarrea o estreñimiento? Si sus intestinos funcionan mal con regularidad, el aumento del consumo de azúcar también puede ser el culpable.

Si hay demasiado azúcar, nuestra flora intestinal puede desequilibrarse más rápidamente, lo que no sólo se manifiesta en forma de desagradables problemas digestivos, sino que también tiene efectos negativos en nuestro sistema inmunológico.

Desde la niñez nos enseñaron que tenemos caries por demasiada cola y ositos de goma. Por supuesto, esto todavía se aplica hoy.

Porque quien come mucha azúcar ejerce mucha presión sobre sus dientes. Por ejemplo, si no nos cepillamos los dientes después de beber una cola, estos quedan expuestos al ambiente azucarado de la boca. Allí el azúcar se convierte en ácido, que ataca el esmalte dental y favorece la caries.

Al igual que nuestro intestino, nuestra piel también se rebela cuando consumimos más azúcar. ¿La razón? Normalmente, el colágeno y la elastina mantienen nuestra piel con un aspecto firme y saludable.

Si comemos demasiados dulces, nuestro cuerpo ya no puede procesar el azúcar correctamente. El azúcar se une entonces a estas proteínas, que ya no pueden realizar correctamente su tarea. Esto se manifiesta en forma de inflamación, manchas en la piel, granos o acné. Además, la elasticidad de la piel disminuye y las arrugas y la celulitis aparecen con mayor frecuencia.

Las bacterias se sienten como en casa en un ambiente rico en azúcar. Porque allí se nutren de forma óptima y pueden reproducirse mejor. Por lo tanto, las mujeres con niveles elevados de azúcar en sangre suelen ser más susceptibles a infecciones de vejiga o infecciones por hongos.

Somos conscientes de que la sal priva de agua a nuestro cuerpo y que queremos excretar medio litro de agua de una sola vez después de comer un paquete de palomitas.

Un fenómeno similar ocurre también con el azúcar. Porque cuanto más tenemos en la sangre, más intenta nuestro cuerpo deshacerse de él para recuperar el equilibrio. Una forma de hacerlo es con la ayuda de la orina.

En concreto, esto significa que tenemos que ir al baño con más frecuencia y cada vez perdemos agua. Nuestro cuerpo entonces nos alerta de esta falta de líquido y responde con una sensación de sed.

Cuando el clima cambia, puedes estar de mal humor. ¿O tal vez es porque comimos demasiado mientras veíamos Netflix por la noche?

El cerebro humano funciona mejor cuando siempre recibe aproximadamente la misma cantidad de azúcar.

Si volvemos a excedernos, no sólo se desequilibran nuestros niveles de azúcar en sangre, sino también nuestro bienestar mental. En el peor de los casos, el consumo frecuente de azúcar también puede favorecer la depresión y la ansiedad.

El original de este artículo “Ocho señales sorprendentes de que estás comiendo demasiada azúcar” proviene de Schweizer Illustrierte.