Un despertar inolvidable, «digno de una película de Olivier Marchal», resume en tono de broma Pierre Fresneau, que se encontró unas horas antes con su mujer Monique «manos en la cabeza, contra la pared», en pijama. La pareja sexagenaria no está dispuesta a olvidar este día 11 de abril, cuando, a las seis de la mañana, un «gran estruendo» los saca de su plácido sueño, pues la puerta de su casa acaba de ser destruida a golpes explosivos, informa el diario Ouest-France.
En unos diez segundos, una veintena de hombres de la antena del grupo de intervención de la gendarmería nacional (GIGN) y la policía judicial de Rennes asaltan la residencia bretona, ubicada en Guignen en Ille-et-Vilaine. “En ese momento, pensé que había habido un robo en nuestra casa o que alguien había entrado”, recuerda Monique, de vuelta a la realidad. «Los gendarmes abren los armarios y no entendemos qué está pasando», añade su marido Pierre.
Esta pesadilla para la pareja de jubilados se convierte en una situación ridícula cuando los hombres armados conocen la dirección precisa de la casa un cuarto de hora después de la intervención: “Nos pidieron el número de nuestra casa. Los gendarmes y la policía se dieron cuenta de que se habían equivocado. La policía, por tanto, abandona el recinto y regresa una hora más tarde, según informa el diario regional, para explicar a los sesenta la situación aún conmocionada.
Sin embargo, no dejan de saludar la profesionalidad de los gendarmes y policías: “fueron (…) muy humanos, nos ofrecieron atención, ver a un médico. También nos dijeron que la reparación de la puerta estará cubierta”. Por otro lado, los motivos de la intervención son muy escasos para la pareja, que entendió igualmente que se trataba de una operación por narcotráfico: «nos imaginamos que la gendarmería y la policía no mueven tantos hombres sólo por un pequeña droga”. Monique y Pierre Fresneau se mantienen optimistas tras este error… «Estamos recibiendo a siete de nuestros nietos desde el viernes, afortunadamente no estaban».