Los restos de coches carbonizados se encuentran junto a las tiendas quemadas y saqueadas en Nouméa. Después de una jornada de disturbios el lunes, al margen de una movilización independentista contra el deshielo del organismo electoral caledonio, ha llegado el momento de hacer balance y tomar medidas de seguridad. Aunque 54 gendarmes y policías resultaron heridos, se tomó la decisión de establecer un toque de queda durante la noche del martes al miércoles, prohibir las reuniones y cerrar las escuelas secundarias y preparatorias, así como el aeropuerto internacional. Pero detrás de la relativa calma que reina en el archipiélago este martes, el choque entre separatistas y leales sigue siendo incandescente. El profundo desacuerdo tampoco perdona a la Asamblea Nacional, que examina desde el lunes la reforma constitucional destinada a ampliar el electorado caledonio en las elecciones provinciales. El texto prevé conceder el derecho de voto a todos los nativos y residentes que hayan residido en Nueva Caledonia durante diez años. La medida, ya adoptada el 2 de abril en el Senado, debería ser sometida a votación solemne este martes en la Cámara Baja, antes de que se pueda convocar un Congreso en Versalles en caso de un resultado favorable.
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Asegurando al gobierno su apoyo, el presidente del grupo Les Républicains (LR) en la Asamblea Nacional, Éric Ciotti, anunció el día X que votará a favor de la ampliación del electorado. Antes de preocuparse por las “amenazas de incendio” que pesan sobre el archipiélago: “200 incendios y tensos tiroteos contra los gendarmes anoche en Nueva Caledonia. El Presidente de la República no debe ceder ante estas amenazas de conflagración y convocar al Congreso”. Un llamamiento a la vuelta al orden transmitido por su homólogo del Senado, Bruno Retailleau: “Ninguna causa puede excusar que se ataque a la policía ni se aterrorice a la población. El gobierno no debe dejar que se produzca el caos, la reacción contra los alborotadores debe ser implacable”, exigió el jefe de los senadores de LR.
Al trazar el retrato de una ciudad “en situación de guerrilla”, la eurodiputada de la Agrupación Nacional (RN), Mathilde Androuët, por su parte, brindó su “apoyo” a “los residentes y las fuerzas del orden en Nueva Caledonia y, más particularmente, en Numea”. presa de los “alborotadores”. El lunes, desde los escaños del hemiciclo, el diputado lepénista Yoann Gillet compartió la posición de su grupo al respecto, considerando que “la descongelación del electorado es un imperativo para garantizar una democracia auténtica y representativa en Nueva Caledonia”. Una postura que naturalmente llevó al electo del Gard a criticar la moción preliminar de rechazo presentada por los socialistas: «Mientras Nueva Caledonia vive una situación de violencia extrema, Nupes intenta amplificar las tensiones», afirmó, indignado.
Encargado de defender dicha moción, que pretende rechazar el texto antes de su examen por la Asamblea, el diputado del PS Arthur Delaporte llamó al Estado a volver a “el camino de la imparcialidad y el diálogo”. «La actual reforma constitucional conduce al bloqueo, cristaliza tensiones y corre el riesgo de no alcanzar su objetivo», añadió el líder de los diputados socialistas, Boris Vallaud, que sería garante. Porque antes de que Jean Castex delegara el expediente en el Elíseo y en el Ministerio del Interior en 2020, el jefe de Gobierno había estado tradicionalmente a cargo de la cuestión neocaledonia desde los Acuerdos de Matignon firmados en 1988.
Haciendo gala de las mismas reticencias que el PS, los Insoumis han manifestado firmemente su oposición al proyecto de reforma constitucional del ejecutivo. Sobre los Acuerdos de Numea. El único resultado, según el líder de La Francia Insumisa (LFI), “el abandono del proyecto incendiario y el retorno a la paciencia en el diálogo”. Siguiendo sus pasos en la red social, la jefa de los diputados del LFI, Mathilde Panot, acusó, por su parte, al ministro del Interior y de Ultramar, Gérald Darmanin, de “provocador”. «Este proyecto de ley amenaza la paz civil en Nueva Caledonia. Esta paz es preciosa y frágil y es nuestra responsabilidad preservarla», afirmó. Lo mismo ocurre con el comunista Fabien Roussel, que “pide solemnemente al Presidente de la República que retire su proyecto de ley sobre el deshielo electoral en Nueva Caledonia”.
Pero, lejos de inmutarse ante las protestas de la izquierda, Gérald Darmanin compareció el lunes ante los diputados para defender su reforma. “Descongelar al electorado sólo para las elecciones provinciales en Nueva Caledonia no es sólo una voluntad política, es una obligación moral para quienes creen en la democracia. Este texto no impide en modo alguno tender la mano a todos los partidos para lograr un acuerdo político más amplio”, resumió sobre la votación sobre la reforma constitucional todavía prevista para el martes en la Asamblea, a pesar de la violencia.