El Parlamento húngaro, dominado por el partido del primer ministro nacionalista Viktor Orban, ratificó el lunes 27 de marzo la adhesión de Finlandia a la OTAN tras meses de postergación, acercando un poco más al país nórdico a la Alianza Atlántica. Una gran mayoría de diputados (182 de los 199 escaños) aprobaron la entrada de Helsinki en la OTAN, mientras que el caso de Suecia se discutirá «más adelante».
Entre los 30 miembros de la organización, 28 países (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania) ya han ratificado la membresía de los dos países. Finlandia había solicitado unirse a la Alianza al mismo tiempo que Suecia, en mayo pasado, como resultado directo de la invasión rusa de Ucrania. Finlandia, sujeta a la neutralidad forzada por Moscú después de su guerra con la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, comparte la frontera europea más larga (1340 km) con Rusia, detrás de Ucrania.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dio luz verde a Finlandia a mediados de marzo. La votación en el Parlamento podría tener lugar en breve. La situación es más delicada para su vecino sueco, que aún se enfrenta a las objeciones de Ankara. Turquía acusa en particular a Suecia de ser un refugio para los militantes «terroristas» kurdos y de rechazar las extradiciones, que de hecho decide la justicia sueca. Estocolmo también está preocupada por el retraso en Budapest, a pesar del apoyo mostrado oficialmente por el gobierno de Orban.
La semana pasada, el jefe de gabinete del primer ministro húngaro, Gergely Gulyas, dijo que había una «buena probabilidad» de que la votación se llevara a cabo durante la sesión de primavera del parlamento, que finaliza el 15 de junio. Pero el partido Fidesz está dando largas. Ha denunciado repetidamente las «mentiras» difundidas por los políticos suecos sobre el estado de derecho en Hungría, mientras que las organizaciones internacionales acusan regularmente a Viktor Orban de «deriva autoritaria».
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Para la oposición húngara, este retraso “sirve a los intereses” del presidente ruso, Vladimir Putin, con quien Viktor Orban quiere mantener vínculos, dijo el lunes 27 de marzo en el hemiciclo el electo Ferenc Gerencser. Otro motivo de preocupación por parte sueca es que Hungría está utilizando la pertenencia a la Alianza Atlántica como moneda de cambio en su batalla con la Unión Europea.
Bruselas congela actualmente miles de millones de euros en fondos destinados a Budapest a la espera de reformas para luchar mejor contra la corrupción.