Antes del sábado por la noche, los Panthers tenían una ventaja de 3-0 en esta final de la Copa Stanley, y eso se debía, en parte, a que los Edmonton Oilers estaban durmiendo sobre el acelerador y no estaban haciendo nada bueno ofensivamente.
El sábado por la noche, es posible que hayamos visto a los verdaderos Oilers. Puede ser.
Estos Oilers, que sólo habían marcado cuatro goles en los tres primeros partidos de la final, decidieron esta vez jugar al hockey, jugar su propio hockey y hacer lo que se supone que deben hacer, es decir, marcar goles.
El marcador final: Oilers 8, Panthers 1.
Esta vez, en esta tarde del cuarto partido en Edmonton, los Oilers obtuvieron una clara victoria, y sus aficionados dirán que ya era hora, ellos que no están acostumbrados a sequías ofensivas.
Vayamos directamente a lo importante: el portero Sergei Bobrovsky, a quien varios expertos ya querían darle el Conn-Smythe incluso antes de que comenzara el partido del sábado, fue retirado del partido durante el segundo tiempo, después de haber concedido 5 goles en sólo 16. tiros, de lejos su peor actuación desde el inicio de la final.
Otro final importante, esta vez en la categoría de “los mejores que deben ser los mejores”: Connor McDavid anotó, por primera vez desde el inicio de esta final, y sumó tres asistencias, para ofrecerse así un muy buen cuatro- punto noche. Los Oilers no pueden soñar con nada sin su capitán y sin una velada así.
Sabemos, y lo hemos repetido al menos 150 veces, que sólo un club ha conseguido remontar un 0-3 en contra en la final de la Copa Stanley, el Toronto Maple Leafs, que lo consiguió… en 1942. Probablemente no sea un ejemplo a seguir porque han pasado más de 80 años, pero los Oilers están aquí con esperanza, porque este sábado por la noche les brinda al menos eso: una oportunidad de tener esperanza.
Los Panthers ahora tienen el lujo de regresar a casa, si la lluvia no inunda toda Florida, y eso no es un detalle sencillo, porque los Oilers no han ganado ni una sola vez en Florida desde el inicio de esta final. Suponemos que Paul Maurice, con su legendaria calma, recordará a sus muchachos que todavía están en una muy buena posición.
Así que esto es todo.
Para los Oilers, si este sábado por la noche sirvió para algún propósito, aparte de la victoria, por supuesto, sirvió para demostrar que es posible obligar a los Panthers a jugar un estilo de juego que no quieren jugar. Por primera vez desde el inicio de esta final, fueron los Oilers, y no los Panthers, quienes marcaron el ritmo.
Ahora el desafío de los Oilers es hacer lo mismo durante al menos tres noches más. No será tan sencillo.