Como un regalo ofrecido en bandeja de plata. En medio de un desafío a la reforma de las pensiones, y al día siguiente de una jornada de movilización masiva, la llegada del rey de Inglaterra Carlos III prevista para la noche del domingo en Francia fue finalmente aplazada. Apenas formalizada la noticia por el Elíseo, la izquierda se apresuró a apoderarse de ella para desviar su sentido.
Desde mediados de semana, la ecologista Sandrine Rousseau, entonces el Insoumis Jean-Luc Mélenchon, había señalado la discrepancia entre la visita del monarca británico y el clima social francés. Para el líder de LFI, este no era el “momento adecuado”. «Señor. King, escucha, no tenemos nada contra ti aquí. Eres el rey de los ingleses, eso es asunto tuyo, pero nosotros Versailles, como te va… En fin, así vamos a terminar la semana! ¿Y no parece nada?», preguntó. El momento parecía tanto más inapropiado cuanto que la intersindical decidió, el jueves por la noche, una nueva jornada de movilización prevista para el martes 28 de marzo.
En las redes sociales, el mismo Jean-Luc Mélenchon comentó la decisión de aplazamiento en estos términos: “La reunión de los reyes en Versalles se dispersó por la censura popular. Los ingleses saben que Darmanin apesta en seguridad. Todo en alusión a los incidentes ocurridos en el Stade de France el pasado mes de mayo, cuando el ministro del Interior culpó por primera vez a la afición inglesa del equipo del Liverpool de los excesos observados. Antes de finalmente disculparse un mes después.
Otros, en las filas de la izquierda, deseaban con ironía ver un posible punto de inflexión en la línea del ejecutivo. “Como qué, Emmanuel Macron ha encontrado lo contrario”, escribió por ejemplo en Twitter el comunista Fabien Roussel. “Carlos III ha retrocedido, Macron retrocederá”, añadió el rebelde Manuel Bompard. “Puesto que ya no recibe al rey de Inglaterra Carlos III, ¿Macron puede recibir ahora la intersindicale?”, podemos leer todavía en el relato del diputado LFI Alexis Corbière.
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El ecologista Julien Bayou también aprovechó para exigir la «retirada» de la reforma, y para fustigar la «obstinación» de Emmanuel Macron que, según él, no permite «acoger con dignidad a uno de sus aliados más cercanos». Y el vicepresidente de la Agrupación Nacional, Sébastien Chenu, por ver ahí “otra consecuencia de la terquedad de Emmanuel Macron”. “Querer imponer su reforma es una bomba de racimo que daña a todos los sectores y a todos los sujetos”.
En BFMTV, Sandrine Rousseau por su parte valoró positivamente el aplazamiento, al considerar que era «lunar» «hacer esta visita en medio de un conflicto social de magnitud histórica, ir a comer a Versalles, bajar a los Campos Elíseos». «. “Nada iba bien, y sobre todo ¿qué imagen y qué señal da Emmanuel Macron de su presidencia? Le interesa más compartir una copa de champán con Carlos III que escuchar a su pueblo”, denunció entonces. Antes de encontrar «respetuoso con el movimiento social» esta elección del Palacio Presidencial.
El presidente de los republicanos, Éric Ciotti, por su parte consideró “lamentable” que esta visita se cancelara “por malestar social”. Escrito: “Qué imagen de nuestro país no poder ni asumir la seguridad de un jefe de Estado”.