El primer ministro portugués, Antonio Costa, que dimitió tras ver su nombre mencionado en un caso de tráfico de influencias, es sospechoso ante los tribunales de prevaricación, es decir, de incumplimiento por parte de un estadista de las obligaciones de su cargo, informó el viernes la prensa local. 5.

Según el sitio informativo Observador, que no cita su fuente, el jefe del Gobierno socialista sería sospechoso de haber participado en la elaboración de una ley de ordenación territorial que beneficiaba a una empresa que proyectaba construir un megacentro de datos cerca del puerto de Senos (suroeste).

Este “centro de datos” de la empresa “start campus”, creado por el fondo de inversión estadounidense Davidson Kempner Capital Management y su socio británico Pioneer Point Partners, representó una inversión de 3.500 millones de euros, anunció la empresa en 2021.

Según Observador, los fiscales interceptaron conversaciones telefónicas entre un abogado que trabaja para el gobierno y un responsable del “campus start” que sugerían que el primer ministro estaba personalmente involucrado en la reforma legal en cuestión, adoptada en 2023.

Portugal se sumió en una crisis política a principios de noviembre después de que una serie de detenciones y registros condujeran a la acusación del jefe de gabinete de Antonio Costa y de su ministro de Infraestructuras, por un caso de tráfico de influencias relacionado con el “centro de datos” de Sines.

La Fiscalía anunció entonces que el jefe de Gobierno era objeto de una investigación separada, llevada a cabo por la Corte Suprema de Justicia debido a sus funciones. Anunció su dimisión, precisando que no buscaría un nuevo mandato al frente del país que dirigía desde finales de 2015.

Antonio Costa ha sido sustituido desde entonces como secretario general del Partido Socialista por su ex ministro Pedro Nuno Santos, que será investido durante el congreso de este grupo político este fin de semana, con vistas a las elecciones legislativas anticipadas del 10 de marzo.

Castigado con una pena de dos a ocho años de prisión según la legislación portuguesa, el delito de prevaricación es un delito cometido por un funcionario electo que interviene en el marco de sus funciones para beneficiar o perjudicar a alguien.