Portugal adquirió desde el domingo una nueva agencia de inmigración, uno de cuyos objetivos es acelerar la tramitación de miles de expedientes, según el Gobierno, en el marco de una reorganización de los servicios de inmigración, recepción de extranjeros y controles fronterizos.

La Agencia de Integración, Migración y Asilo (AIMA) sucede al Servicio de Extranjería y Fronteras (SEF), que se encargaba en particular de los controles fronterizos y de la concesión de permisos de residencia.

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Como parte de esta reforma, los poderes del SEF fueron transferidos a varias otras organizaciones.

Los controles fronterizos estarán a cargo, en particular, de la policía de seguridad pública (PSP) y de la gendarmería, mientras que la policía judicial se encargará de las investigaciones relacionadas con la inmigración ilegal y la trata de seres humanos.

AIMA, cuya sede estará en Lisboa, se hará cargo de las cuestiones administrativas relacionadas con la regularización e integración de los extranjeros.

El objetivo es «reducir la burocracia y ofrecer un mejor servicio a los inmigrantes que eligen Portugal para vivir allí», declaró al diario Público la ministra socialista de Asuntos Parlamentarios, Ana Catarina Mendes, cuyo ministerio será responsable de esta nueva entidad.

AIMA, que debería disponer de más personal y puntos de acogida para inmigrantes, apuesta por modernizar el sistema de tramitación de solicitudes de residencia para hacer frente a los más de 300.000 expedientes pendientes, según Publico.

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Le Portugal doit «rester une référence en matière d’humanisme et de respect de la dignité humaine dans l’accueil des migrants et des réfugiés», a souligné Catarina Mendes ajoutant que d’ici la fin de l’année «la priorité sera le reagrupamiento familiar».

La historia del SEF, creado en 1986 y dependiente del Ministerio del Interior, estuvo marcada por la muerte en marzo de 2020 de un ucraniano en un centro de acogida temporal del aeropuerto de Lisboa. En este caso fueron condenados tres inspectores.