El Parlamento adoptó el miércoles el proyecto de ley del diputado renacentista Frédéric Descrozaille, que modifica experimentalmente las relaciones comerciales entre los supermercados y sus proveedores y podría conducir a nuevos aumentos de precios en los supermercados. Estos son los puntos principales.
Desde la primera Ley de Agricultura y Alimentos (Egalim, 2018), una disposición tiene como objetivo garantizar una mejor remuneración para los agricultores al obligar a los supermercados a dejar un margen de al menos el 10% en los productos alimenticios. El dispositivo es conocido por los especialistas con el nombre de «SRP10», para el umbral de reventa con una pérdida del 10%. El objetivo es evitar que, al estrechar excesivamente sus márgenes, los distribuidores se vean tentados a ejercer una presión adicional sobre los fabricantes y, en consecuencia, sobre los productores. La disposición sobre el margen del 10%, que debía finalizar en primavera, se ha prorrogado hasta 2025, excepto para las frutas y hortalizas frescas.
Su eficacia ha sido cuestionada por el trabajo parlamentario, pero sigue siendo crucial a los ojos del primer sindicato agrícola, la FNSEA. Según UFC-Que Choisir, los consumidores son los principales perdedores de esta disposición. Una Comisión del Senado había estimado así que las operaciones de promoción a precio de coste podrían haber representado 600 millones de euros de ahorro potencial cada año para los clientes de los supermercados.
El costo de las materias primas agrícolas (carne, leche, etc.) ya no se puede negociar para los productos de marca privada propiedad de los supermercados (Reflets de France, Marque Repère, marca U, por ejemplo). Este ya había sido el caso desde 2021 para las llamadas marcas nacionales (Danone, Bonduelle, Fleury Michon, etc.). El objetivo aquí también es proteger la remuneración de los agricultores, que a menudo se consideraba una variable de ajuste en las negociaciones entre los supermercados y los fabricantes.
Otra medida votada el miércoles: la supervisión de las promociones de los productos «DPH», droguería, perfumería, higiene, mantenimiento. Los pañales, shampoo, algodones, maquillaje y otras maquinillas de afeitar ya no serán elegibles para descuentos superiores al 34%. Sin embargo, la medida no entrará en vigor hasta el 1 de marzo de 2024.
Esta vez es para proteger los ingresos de los fabricantes de estos productos. Según Ilec, que los representa, los supermercados con menos libertad para negociar en productos alimenticios se inclinan por alcanzar este segmento. Según expertos del sector, la medida también pesará sobre el poder adquisitivo de los consumidores que suelen adquirir estos productos durante las operaciones promocionales, aprovechando descuentos muy superiores al 34%.
El proyecto de ley Descrozaille también pretendía llenar la «vaguedad legal» en caso de fracaso de las negociaciones comerciales anuales entre los supermercados y sus proveedores. Hasta ahora, si los supermercados y los fabricantes no se ponían de acuerdo sobre los nuevos precios, los primeros aún podían hacer pedidos a los precios anteriores incluso si los costos de producción habían aumentado mientras tanto.
A partir de ahora y con carácter experimental, el proveedor podrá tomar la iniciativa de interrumpir las entregas a las tiendas de forma inmediata o transcurrido un plazo determinado. Otro punto favorable a los fabricantes: un tope en el importe de las penalizaciones logísticas, que les imponen los supermercados cuando no se entregan a tiempo o correctamente. Supuestamente para evitar el desabastecimiento en los anaqueles, en ocasiones han sido «desviados de su objetivo» hasta constituir ingresos adicionales para los supermercados, había fustigado el gobierno.
El texto también pretende regular mejor la actividad de las centrales de compras que las distribuidoras instalan desde hace varios años en otros países europeos (Bélgica, España, etc.) y que en ocasiones les sirven para negociar de forma más ventajosa, eludiendo la normativa francesa. Con este nuevo texto, las normas francesas se aplicarán a “todas” sus relaciones comerciales siempre que “los productos en cuestión se comercialicen en territorio francés”.