¿Se da vuelta una página? Es lo que parece decir el portavoz del Gobierno, Olivier Véran, que ve en la remodelación oficializada el jueves “el regreso de la política”. Y por tanto el fin de la apuesta de la sociedad civil, realizada por Emmanuel Macron desde que llegó al poder. Algunas de las personalidades menos visibles, como François Braun (Salud) o Pap Ndiaye (Educación Nacional), sí fueron agradecidas, reemplazadas por perfiles más tapados.

En el set de France 2 el viernes por la mañana, el ministro, que permaneció como portavoz, todavía quería “rendir homenaje” a estos ministros salientes. Al tiempo que subrayó que no hay «escuela de ministro», y que «ser ministro es poder hacer y dar a conocer, y es también poder sostener políticas públicas en el hemiciclo». Tantas cualidades, por tanto, de las que habrían faltado algunos de los nombres inscritos hace un año.

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Por el contrario, la promoción de Gabriel Attal, exministro delegado de Cuentas Públicas ahora ministro de Educación Nacional, o el nombramiento de Aurélien Rousseau para la Salud, son formas de “fortalecer segmentos fundamentales para la vida de los franceses”. Muchos diputados renacentistas también debutan, consolidando así las filas del gobierno con personalidades de ADN puramente macronista.

Con respecto a Aurélien Rousseau, la llegada del exjefe de gabinete de Élisabeth Borne, sin embargo, plantea una pregunta: su esposa, Marguerite Cazeneuve, es subdirectora de Seguro de Salud. Una situación que podría suponer un potencial conflicto de interés. «No considero que haber compartido tu vida con alguien que tiene la misma pasión (…) sea un problema», reaccionó a esto Olivier Véran. Antes de reconocer que queda una incógnita sobre “el mantenimiento de las funciones” de su esposa. Por lo tanto, la autoridad independiente tendrá que decidir “examinar las decisiones que deben tomarse en esta situación”.