Después de dos primeras pruebas completadas con espectaculares explosiones, el inmenso cohete Starship de SpaceX despegó con éxito este jueves. Está realizando un vuelo de prueba que incluye una larga lista de objetivos, incluido un primer regreso «controlado» a la Tierra del buque con destino final en el Océano Índico. Con 120 metros de altura, Starship es el cohete más grande del mundo. Ella también es la más poderosa.
El despegue de este tercer vuelo de prueba se realizó desde la base espacial “Starbase” de SpaceX en Boca Chica, en el extremo sur de Texas. La compañía del multimillonario Elon Musk apuesta por Starship para lograr su objetivo declarado: hacer de la humanidad una especie multiplanetaria instalándola en Marte.
Su desarrollo también es muy importante para la NASA, que cuenta con este buque para llevar a sus astronautas a la Luna durante su misión Artemis 3, prevista para 2026. El cohete se compone de dos etapas: la etapa de propulsión Super Heavy, y la superior, la Starship, que por extensión da nombre a todo el cohete. La última prueba tuvo lugar hace cuatro meses. Las dos etapas del cohete se separaron con éxito por primera vez en vuelo, pero luego ambas explotaron. La nave, sin embargo, había alcanzado una altitud de aproximadamente 150 km, superando el borde del espacio.
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Para esta tercera prueba, SpaceX dijo que quería lograr varios «objetivos ambiciosos». Entre ellos: realizar “un reingreso controlado” del buque, que deberá volver a caer en el Océano Índico para finalizar la prueba, aproximadamente una hora después. Según documentos de la FAA, se espera que el barco se «desintegre» al impactar con la superficie del mar y la mayoría de los escombros se hundirán. La primera etapa también debe sumergirse (mucho antes) en el océano después de la separación. SpaceX también quiere probar la apertura de la escotilla que podría utilizarse en el futuro para liberar carga, por ejemplo satélites, al espacio.
La compañía también quiere realizar la “demostración de un inyector de combustible” en vuelo. Según la prensa especializada, este traslado podría realizarse entre dos tanques en el interior del buque. Desarrollar esta función es fundamental, porque para llegar a la Luna, Starship tendrá que repostar combustible una vez en el espacio, gracias a una nave previamente llenada por otras, y que servirá como una especie de estación de servicio espacial.
Para estas pruebas, los prototipos utilizados no llevan carga alguna. Y SpaceX ya ha fabricado numerosas copias de su cohete. El método de desarrollo de SpaceX es diferente al de las empresas tradicionales y las agencias espaciales nacionales. A diferencia de estos últimos que operan con dinero de los contribuyentes, SpaceX utiliza sus propios fondos, lo que le permite asumir más riesgos.
La compañía también cuenta con una técnica de desarrollo iterativo, basada en pruebas sucesivas unidas entre sí a un ritmo rápido, incluso si terminan en impresionantes bolas de fuego. Las lecciones aprendidas permiten entonces realizar cambios rápidamente.
Con cada prueba, “aprendemos algo nuevo”, declaró Elon Musk en enero en un discurso a los empleados. «Siempre es mejor sacrificar material que sacrificar tiempo». El desarrollo de los cohetes Falcon de SpaceX, que con 96 misiones exitosas en 2023 dominan hoy el mercado de lanzamiento estadounidense, también se basó en múltiples pruebas fallidas.
Además de su tamaño desproporcionado, la verdadera innovación de Starship es que, en última instancia, debe ser completamente reutilizable. Actualmente, sólo la primera etapa del cohete Falcon 9 regresa a tierra después de cada lanzamiento para ser reutilizada. Poder volar las dos etapas de Starship varias veces permitirá lanzamientos aún más frecuentes y por menos dinero: un imperativo para poder «colonizar» Marte, según Elon Musk. El jefe, siempre optimista en cuanto al calendario, afirmó esta semana que esperaba que Starship realizara “seis vuelos más este año”.