Parecía el candidato perfecto. A un albanés de 25 años, residente en Francia desde hace 12 años, que trabaja desde los 18, con un bachillerato profesional y dos trabajos combinados, se le negó la nacionalidad francesa. El que Le Parisien llama Antoine, para mantener el anonimato, relata su entrevista con la prefectura de Alto Vienne, que tuvo como resultado el rechazo de su naturalización. El motivo ? El joven no tendría suficiente cultura general.

Antoine fue primero camarero en un restaurante de Limoges y, al mismo tiempo, creó su propio negocio de limpieza de vehículos. Para obtener la nacionalidad francesa, compiló su expediente de solicitud con sus títulos, nóminas, declaraciones de impuestos, etc. Para prepararse para la entrevista en la prefectura, repasó la historia con uno de sus clientes, un ex profesor de historia y geografía. Tantos elementos que sugieren a Antoine y sus familiares que este último tiene las cualidades necesarias para obtener la nacionalidad francesa.

La famosa entrevista de 45 minutos en la prefectura llega el 6 de junio. “Luego me devuelven todo mi expediente, ya que la prefectura ya no lo necesita. Luego comienza la entrevista con el funcionario. Ella es la responsable de evaluar mi asimilación”, cuenta a nuestros compañeros Antoine. Como era de esperar, su interlocutor le hace preguntas sobre la historia de Francia: la Marsellesa, Napoleón, la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, Limoges y el Lemosín. Antoine estaba preparado y respondió bien a todas estas preguntas.

Entonces la entrevista da un giro sorprendente. “El funcionario me preguntó cuál era mi religión, qué pensaba de Karim Benzema o si prefería Francia o Albania. Lamento no haber podido filmar la entrevista”, informa el joven a Parisien. “Comprendí que la persona que tenía delante no iba a atender mi petición”, resume Antoine. Me hacía preguntas cada vez más difíciles que yo no podía responder”, continúa.

Al final de esta entrevista, Antoine fue informado por carta de que había respondido incorrectamente a diecisiete de las preguntas que le habían formulado. Entre ellas: «Explique quién fue Edith Cresson», «¿Dónde está Arromanches?», «¿Quién ordenó la construcción del Arco de Triunfo?», o por citar los nombres de los actuales Ministros de Educación o de Justicia.

Problema: Estas preguntas no forman parte de los temas de la entrevista programada. En efecto, esta prueba está regulada por el decreto que regula las condiciones de naturalización, que establece que «los ámbitos y el nivel de conocimientos esperados se ilustran en una libreta ciudadana». Un folleto disponible para todos en línea.

Segunda anomalía en la entrevista de Antoine: la Dirección General de Extranjeros en Francia (DGEF) había comunicado en julio a Le Parisien que no se esperaba una «puntuación mínima» en el cuestionario de cultura general. Pero Antoine afirma haber respondido unas cincuenta preguntas en total, y la prefectura le dio diecisiete respuestas erróneas.

El abogado de Antoine interpuso un recurso el 10 de agosto ante la subdirección de acceso a la nacionalidad francesa. Lamentablemente, el joven no tiene medios para aportar pruebas sobre el desarrollo de la entrevista.

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A pesar de las numerosas peticiones de nuestros colegas de Le Parisien sobre la legalidad de determinadas cuestiones y sobre la existencia o no de una lista de cuestiones formales, la DGEF y la prefectura de Alto Vienne no han dado una respuesta clara. La prefectura se contentó con recordar los términos de la entrevista y estipular que «no se trataba de un examen». “No existe un cuestionario estándar ni una puntuación mínima esperada y las preguntas formuladas, que tienen en cuenta la condición del solicitante (nivel de estudios, situación socioprofesional, duración de la residencia en Francia), se refieren en la mayoría de los casos a los elementos contenidos en el citado folleto”, precisó la prefectura.

Las autoridades tienen dos meses para dictar su decisión tras la apelación del joven. “Mi jefe quiere que me haga cargo del restaurante donde trabajo desde hace cinco años. Pero es imposible que me endeude por valor de un millón de euros comprando el negocio sólo con un permiso de residencia”, se lamenta.