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La fuerza del hábito. Toulouse, que ya es el club más exitoso en la Copa de Campeones (5 coronas), quiere más y establece su dominio sobre la competición levantando el trofeo por sexta vez el 25 de mayo en el Tottenham Hotspur Stadium de Londres. Esta será la octava final continental para los jugadores del Haut-Garonnais, un récord que comparte el Leinster, su futuro rival y bestia negra en las últimas temporadas. Sólo que esta vez los irlandeses no parecen tan soberanos y conquistadores (sufrieron en la semifinal contra el Northampton) y que no jugarán en casa, a diferencia de las tres últimas semifinales que ganaron (en gran medida) contra el Toulouse. . La generación dorada de Dupont y otros Ntamack se ha endurecido. Queda por confirmar tras el último título de 2021 conseguido ante La Rochelle. Fue en Twickenham, Londres. Un signo ?
Las salidas se suceden y las grandes actuaciones se suceden. Con sólo 21 años, Paul Costes disputó su primera semifinal de la Copa de Campeones y volvió a brillar. Carreras, pases tras contacto, el centro de Toulouse estaba en todos los lugares adecuados. Y parece resistente a la presión. “No voy a ser demagógico y decir que fue un partido como cualquier otro”, admite sin embargo. Hubo presión pero trato de transformarla de manera positiva. La pepita del Estadio ya mira hacia el que seguramente será el partido más importante de su joven carrera: “Es probable que esta presión se multiplique por diez para la final, por lo que tendremos que tener un buen enfoque mental. Será el partido más importante para todos nosotros”. Al hablar de su próximo duelo con el irlandés Garry Ringrose, sonríe: “Tengo una ventaja sobre él, lo conozco. Él no me conoce…”
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Las malas lenguas dicen que en Toulouse no hay ambiente y que los aficionados del Estadio suelen ser simples espectadores. Esperemos que hayan visto esta semifinal que les hace mentir totalmente. En este partido decisivo, trasladado a los vecinos futbolísticos de Téfécé, una auténtica marea roja y negra invadió el Estadio. Desde el mediodía, grupos de aficionados, en particular el muy acogedor “mono rojo de Toulouse”, se apoderaron de los alrededores del estadio para disfrutar de gigantescos y simpáticos picnics. Y los “fanáticos” del Estadio luego prendieron fuego al Estadio, desplegando tifos y animando incansablemente a sus protegidos. Una cálida bienvenida que el entrenador Ugo Mola agradeció: “Aunque seamos uno de los clubes que ha tenido la oportunidad de vivir muchas cosas, nunca está de más jugar una semifinal en casa, sobre todo en este foro y con esta audiencia. Gracias a toda nuestra afición, a los jugadores que hicieron lo necesario para estar allí y al placer de jugar una final de la Copa de Europa dentro de tres semanas”.
Golpes de garra
En el descanso, todo el mundo pensaba que se había dicho la misa (31-12, 5 tries anotados por Toulouse). El estadio ya estaba en carrera y, objetivamente, creíamos que la factura iba a ser aún mayor para Harlequins después de 80 minutos. Pues no, los ingleses (por fin) despertaron y lograron anotar dos tries, tras regresar del vestuario, lo que revivió por completo el partido. Y provocó un escalofrío en la afición del Toulouse… Lo que lamentó el técnico Ugo Mola: “En general controlamos la primera parte, pero volver del vestuario fue complicado. Sufrimos muchas situaciones ofensivas, ya no tenemos el balón en las manos, hay algunas salidas que dan balones bastante fáciles, algunas entradas fallidas… Esto devuelve una dinámica positiva a los Harlequins y les permite venir. De nuevo en el partido”. Afortunadamente, los jugadores de Ugo Mola consiguieron dar la espalda antes de acelerar por segunda vez para sellar el destino del partido. Pero ojo, esa relajación contra un rival como el Leinster podría costar mucho más.
La imagen violenta revivió algunos viejos malos recuerdos. En el minuto 67 del partido, Antoine Dupont intentó rascar una pelota en un grupo y luego fue despejado violentamente en la cara por el hooker Jack Walker. El Estadio grita tan fuerte como puede. Pero, tras largos minutos de observar las imágenes en las pantallas gigantes del estadio, el árbitro irlandés Andrew Brace decidió sacarle sólo tarjeta amarilla. Nueva bronca… Este mal gesto recordó inevitablemente la acción que lesionó al capitán de los Bleus en la cara contra Namibia, durante el último Mundial. En definitiva, más miedo que daño. Pero la decisión de no infligir una tarjeta roja al jugador de Quins es cuanto menos sorprendente. Para decirlo cortésmente.
Ciertamente, este partido fue una locura durante mucho tiempo, con muchos balones jugados con las manos por ambos lados. Pero el punto negativo de esta salida del Toulouse es seguramente su indisciplina: Antoine Dupont y sus compañeros fueron sancionados 12 veces, frente a sólo 7 penaltis concedidos por los Harlequins. Ugo Mola prefiere recordar que su equipo “dejó munición en el camino” y que le faltó “alternancia en (su) rugby”. Nos repetimos, pero en la final, el partido decisivo donde cada punto cuenta, esta indisciplina podría costar mucho más. Especialmente contra Leinster, donde Ross Byrne logró asumir el papel que quedó vacante tras la retirada de Jonathan Sexton.