Le Figaro Burdeos

Ampliar los logros del programa del Consejo Nacional de Resistencia para permitir que todos tengan suficiente para comer. Este es el deseo del elegido Girondins Pierre Hurmic (EELV alcalde de Burdeos) y Jean-Luc Gleyze (PS presidente del departamento). En enero, los dos hombres firmaron una columna en Liberación, pidiendo “integrar la alimentación en el sistema general de Seguridad Social”. Cuatro meses después, el 30 de mayo, se lanzó oficialmente en Burdeos el “prototipo de seguridad social alimentaria”.

Su propuesta de experimentar con la “seguridad social alimentaria” nació de una observación agravada durante el período de confinamiento vinculado a la epidemia de Covid-19, de que “la seguridad alimentaria era un derecho fundamental al que no podían acceder las personas más vulnerables”, dice Fígaro Jean-Luc Gleyze. Para los dos electos locales, “la dignidad humana no puede ser efectiva mientras los franceses y las francesas tengan que racionarse, saltarse comidas o descuidar la calidad de sus alimentos por falta de medios”.

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Según Jean-Luc Gleyze, el desarrollo de los bancos de alimentos, cuyo público se expande a categorías sociales «bastante ahorradas hasta ahora», testimonia la necesidad de garantizar que los más precarios puedan acceder a alimentos de buena calidad, sin tener que apretarse el cinturón, en el marco de una “nueva modalidad de protección social, en torno a la alimentación”.

Si está sobre la mesa la idea de una especie de “mapa de alimentos vitales”, “aún no está definido cuál será esa seguridad alimentaria”, especifica el electo. Esta medida es parte de una red de acciones, el departamento tiene previsto crear una red de granjas en el territorio con el fin de mejorar la oferta de tiendas de abarrotes sociales y solidarios. Además, esta “seguridad social alimentaria” no puede convertirse en “objeto de discriminación”, explica Jean-Luc Gleyze. “Hoy, ir al banco de alimentos es mostrar tu estatus social”, lamenta.

El proyecto general también es reflexionar sobre cómo se producen los alimentos, para «permitir que los horticultores produzcan localmente» en el territorio, mientras «trabajan por unos ingresos dignos» para estos mismos agricultores y garantizan así una misión de salud pública, al “mejorar la alimentación” de los menos favorecidos por la posibilidad de acceder, sin privarse, a una alimentación saludable.

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En concreto, cuatro territorios estarían afectados por este experimento: Burdeos, Bègles, Captieux y Sainte-Foy-la-Grande. Cuarenta miembros de un «consejo ciudadano» trabajarán junto con la ciudad de Burdeos, el departamento y el colectivo Acclimat’action, para «construir a finales de año lo que esta seguridad social de la alimentación». “La Gironda es el primer departamento de Francia en lanzar un experimento de este tipo, tanto a escala rural como urbana”, dice Jean-Luc Gleyze con satisfacción. Además, estos cuarenta ciudadanos están o han estado ellos mismos, para dos tercios de ellos, en situación de inseguridad alimentaria.

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Anticipándose a las críticas sobre los costes de este experimento, Pierre Hurmic y Jean-Luc Gleyze precisan en su artículo de opinión que «los costes ya existen» y que son «generados por la inseguridad alimentaria, las enfermedades que provoca y las desastrosas consecuencias ambientales generadas por producción y consumo actual de alimentos”. Para ellos, «si la utopía puede hacerte sonreír, es necesaria», recordando que fue esa misma utopía la que, en 1945, «animó al Consejo Nacional de la Resistencia y su programa de ‘días felices’ para lograr la creación de nuestra protección social».