El paso de un misterioso bólido en nuestro sistema solar en 2017 había desconcertado a los astrofísicos, llegando uno de ellos a verlo como tecnología extraterrestre. Un estudio publicado el miércoles 22 de marzo ofrece una explicación “no extraterrestre” para la exótica visita.
Visto por un telescopio en Hawái, “Oumuamua” (que significa “explorador” en hawaiano) estaba acelerando a una velocidad tan alta que solo podía provenir, y este fue el primero, de otro sistema estelar. El descubrimiento tiene a la comunidad astronómica en estado de agitación, quienes han buscado durante mucho tiempo objetos similares a cometas que ingresen a nuestro sistema solar desde la inmensidad del espacio.
Salvo que Oumuamua no se parecía a los cometas habituales: no tenía esa cabellera característica que forma su inmenso halo de gas y polvo al acercarse al Sol. El visitante interestelar, que tenía unos cien metros de ancho, también destacaba por su brillo y una gran variación de brillo, dando la impresión de un objeto metálico girando sobre sí mismo.
Pero aún más extraño, después de dar la vuelta al Sol, Oumuamua aceleró y se desvió de su curso, impulsado por una fuerza misteriosa que lo expulsó del sistema solar. Los científicos quedaron atónitos y terminaron con cuatro meses de datos incompletos y aparentemente contradictorios que intentaron descifrar. Esto dio lugar a toda una serie de teorías. Algunos “estaban más allá de la imaginación”, dijo a la AFP Jennifer Bergner, astroquímica de la Universidad de California en Berkeley, coautora del estudio publicado en Nature.
Según su explicación, cualquiera que sea el origen de Oumuamua, es un objeto parecido a un cometa rico en agua. Durante su viaje por el espacio interestelar, fue sometido a rayos cósmicos que bombardearon el agua liberando hidrógeno, que quedó atrapado en el cuerpo del objeto.
A medida que la bola de fuego se acercaba al Sol, el calor a su vez liberaba el hidrógeno atrapado, actuando como un “propulsor” que lo enviaba en un curso inesperado. “El hidrógeno atrapado es simplemente la explicación más genérica”, explica Darryl Seligman, de la Universidad de Cornell y coautor del estudio, en un comunicado de prensa. Este trabajo “aporta sin duda la primera explicación, sencilla y realista, de las particularidades de este objeto”, comentó por su parte Marco Micheli, astrónomo de la Agencia Espacial Europea (ESA).
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Pero estas conclusiones no hacen que todos estén de acuerdo. Empezando por Avi Loeb, exjefe del departamento de astronomía de la Universidad de Harvard: el eminente científico había argumentado que el escenario más creíble era que Oumuamua fuera una nave extraterrestre. Una polémica tesis, que había defendido en 2021 en un libro titulado La primera señal de vida inteligente extraterrestre.
Cuestionado por AFP sobre el estudio de la Naturaleza, el astrofísico afirma que decir que un cometa no tiene cola, “es como decir que un elefante es una cebra sin rayas”. Recuerda que el cometa 2I/Borisov, el segundo visitante de fuera del sistema solar detectado en 2019, tenía una larga cabellera de polvo. Respuesta de Jennifer Bergner: Si Oumuamua no tiene cola, probablemente se deba a que es mucho más pequeño que todos los cometas observados hasta ahora, incluido 2I/Borisov.
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La situación podría cambiar pronto. Se espera que las observaciones del telescopio Vera-C.-Rubin en Chile, que comenzará en 2025, detecten muchos cometas nuevos, dentro y fuera del sistema solar. Si los más pequeños muestran signos de liberar hidrógeno atrapado y no tienen cola, como Oumuamua, eso confirmaría la teoría, agregó el astroquímico.
En cuanto a la posibilidad de vida inteligente extraterrestre, “todo depende del nivel de prueba que se requiera” para invocarla, comenta el científico. “Nunca sabremos con certeza qué fue Oumuamua, perdimos nuestra oportunidad. Pero por ahora, creo que proporcionamos una convincente explicación no extraterrestre”, concluye.