Estados Unidos pidió el viernes a China que no «interfiera» en las elecciones presidenciales de Taiwán en enero e instó a «todas las partes a comportarse responsablemente». “A medida que se acerca el 13 de enero, esperamos y deseamos plenamente que estas elecciones estén libres de intimidación, coerción o interferencia por parte de cualquier parte”, dijo el embajador de Estados Unidos en Pekín, Nicholas Burns, en clara referencia a China. Las elecciones presidenciales taiwanesas están siendo observadas de cerca en Beijing y Washington porque su resultado podría determinar el futuro de las relaciones entre la isla y China.

Taiwán es un importante punto de tensión entre China y Estados Unidos, el aliado más importante de Taipei. Sobre todo porque la isla es un actor importante en la producción de semiconductores y el Estrecho de Taiwán es una ruta marítima crucial para el comercio mundial. «Estados Unidos no está ni estará involucrado en estas elecciones» en Taiwán, declaró el alto diplomático durante un debate ante la Brookings Institution en Washington. Reiteró la posición de Estados Unidos a favor del status quo en la isla, garante para Washington del mantenimiento de la paz en las últimas décadas. «En este complejo asunto de Taiwán, siempre esperamos que las disputas a través del Estrecho se resuelvan pacíficamente», dijo.

China considera a Taiwán una provincia que aún no ha logrado reunificar con el resto de su territorio desde el final de la guerra civil en 1949. En los últimos años, Pekín ha intensificado la presión militar sobre la isla. En términos más generales, el alto diplomático señaló que “China aspira a convertirse en la mayor potencia del Indo-Pacífico”, denunciando, por ejemplo, sus actividades “ilegales” en particular en el Mar de China Meridional.

Deploró el hecho de que Beijing no intente utilizar su influencia sobre Pyongyang, así como el “apoyo sin reservas” de Beijing a Rusia en su guerra en Ucrania. Estados Unidos y China son «rivales sistémicos» que participan en una feroz competencia económica y militar, afirmó, pero que también pueden llevarse bien, tras la reunión de noviembre entre los presidentes estadounidense Joe Biden y chino Xi Jinping.

Los dos líderes anunciaron la reanudación de sus comunicaciones militares y Beijing se comprometió a luchar contra el fentanilo, este potente opiáceo sintético que provoca decenas de miles de sobredosis cada año en Estados Unidos. Nicholas Burns pidió una vez más restablecer los vínculos entre poblaciones, señalando que hace seis o siete años había unos “15.000 estudiantes estadounidenses en China”, en comparación con los 700 actuales. O el hecho de que antes de la pandemia de Covid-19, 354 vuelos directos semanales unían Estados Unidos y China frente a sólo 12 el pasado mes de abril y 70 ahora.