Por primera vez desde el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, Estados Unidos, a la cabeza de la coalición “Guardianes de la Prosperidad” desde el 18 de diciembre, encabezó, la noche del jueves al viernes 12 de enero, una campaña de ataques contra los hutíes en suelo yemení.
Les armées britanniques et américaines ont «mené avec succès des frappes contre un certain nombre de cibles au Yémen, utilisées par les rebelles Houthis pour mettre en danger la liberté de navigation» en mer Rouge, a déclaré le président des États-Unis Joe Biden dans la noche. Se escucharon explosiones en el puerto de Hodeidah y en Saná, la capital. El presidente estadounidense advirtió: «no dudará» en «ordenar nuevas medidas» para proteger el comercio mundial, el 12% del cual circula por el estrecho de Bab El-Mandeb, frente a las costas de Yemen.
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Los hutíes atacan periódicamente barcos comerciales, a los que acusan de tener vínculos con Israel, al que han declarado la guerra. Así, el 31 de diciembre, tres barcos hutíes fueron derribados en el Mar Rojo por el ejército estadounidense cuando intentaban abordar un barco mercante.
El nombre hutíes hace referencia a una tribu yemení de la que proceden los miembros de esta organización armada. Este nombre hace referencia más precisamente al guía espiritual musulmán Badreddine al-Houthi y a su hijo Hussein, asesinados por el ejército yemení en 2004, recuerda el diario francófono libanés L’Orient-Le Jour. La rama política del movimiento, Ansar Allah (“Partidarios de Dios”, en francés), proviene del Foro de Jóvenes Creyentes, una organización musulmana fundada en 1992. “Los hutíes quieren ser herederos de los imanes zaidíes que gobernaron el al norte de Yemen durante mil años hasta su derrocamiento en 1962 por una revolución civil predominantemente sunita”, continúa el diario libanés. El 40% de la población yemení afirma pertenecer a esta rama chiita, siendo el resto suní.
Esta facción rebelde, originaria del noroeste de Yemen, no ha dejado de denunciar “la falta de consideración de las demandas locales por parte del gobierno. Los hutíes se sintieron marginados”, explica Jean-Loup Samaan, investigador asociado del IFRI, especializado en Oriente Medio. Esto los empujó a tomar las armas en numerosas ocasiones.
Así, los hutíes se rebelaron contra el poder central en 2014 y conquistaron la capital, Sanaa, obligando al presidente Abdrabbo Mansour Hadi a dimitir en enero de 2015. Este acontecimiento desencadenó la intervención, tres meses después, de Arabia Saudita y de los Emiratos Árabes Unidos para apoyar a las fuerzas gubernamentales. “Al principio sólo exigían una mejor distribución de los recursos económicos. Mientras que hoy controlan gran parte del territorio yemení, lo que plantea interrogantes sobre la resolución del conflicto”, añade Jean-Loup Samaan.
Cuando Hamás llevó a cabo su rezzou asesino en Israel el 7 de octubre, los hutíes lo felicitaron calurosamente y le aseguraron su apoyo. El 19 de noviembre, milicianos se filmaron, en impresionantes imágenes, tomando un barco, propiedad de un empresario israelí, utilizando helicópteros. Desde entonces, los ataques han aumentado en el estrecho de Bab El-Mandeb, amenazando el suministro económico: por esta zona circula el 12% del comercio mundial.
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El 18 de diciembre, Estados Unidos lanzó la Operación “Guardianes de la Prosperidad” para asegurar el estrecho. A él se unen el Reino Unido y, en menor medida, Grecia, Dinamarca, Australia, Noruega, los Países Bajos y Francia. En esta operación participan varias fragatas y destructores, así como el portaaviones USS Dwight Eisenhower. El 31 de diciembre, el ejército estadounidense hundió tres barcos hutíes que atacaban un barco.
Mucho antes del conflicto entre Hamás e Israel, la oposición al Estado judío ya formaba parte de “la ideología de los hutíes”, explica Jean-Loup Samaan. Estos últimos participan en el “eje de resistencia” contra Israel, con grupos terroristas apoyados por Irán, como el palestino Hamás o el libanés Hezbolá. Esto se evidencia en su lema: “Dios es el más grande, Muerte a Estados Unidos, Muerte a Israel, Malditos los judíos, Victoria para el Islam”.
Este odio hacia los judíos fue durante un tiempo “minimizado por algunos de los rebeldes que se dieron cuenta de que estaban mal vistos internacionalmente”, continúa el investigador del IFRI. Pero, en última instancia, este antisemitismo “sigue siendo una causa fácil de movilizar que les permite ser populares y les garantiza la coordinación con los iraníes, quienes a cambio los alientan”. Sin embargo, los hutíes buscan sobre todo aumentar «su influencia política en Yemen y en la región», explicó a la AFP Mohammed Albasha, analista del grupo Navanti, con sede en Estados Unidos.
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Al atacar objetivos israelíes y estadounidenses, los rebeldes yemeníes también buscan reforzar su posición en las negociaciones con Arabia Saudita, que quiere salir del conflicto en el vecino Yemen, comenta a la AFP Majid Al-Madhaji, del Centro de Estudios Estratégicos de Saná. Se trata de una «estrategia calculada» cuyo objetivo es «presionar a los estadounidenses» para «acelerar la conclusión de un acuerdo con los saudíes», descifra el analista.
Los hutíes se benefician de una importante ayuda militar de Irán, que “ofrece asistencia técnica o suministra directamente misiles y drones”, subraya Jean-Loup Samaan. La guerra civil yemení los enfrenta al rival regional de Irán: Arabia Saudita, a la que Teherán quiere debilitar.
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Benjamín Netanyahu acusó a Irán de ser responsable de la captura de un barco israelí el 19 de noviembre en el Mar Rojo. Acusaciones rechazadas por “inválidas” por Irán al día siguiente.
“Desde hace dos años, los saudíes intentan retirar sus tropas e intentan negociar una tregua con la ONU”, explica Jean-Loup Samaan, para quien el conflicto está “en fase de resolución”. Pero «los hutíes no están dispuestos a hacer concesiones porque consideran que están en una posición de fuerza», continúa. No quieren compartir el poder. Antes del ataque sin precedentes de Hamás el 7 de octubre, Arabia Saudita esperaba que Irán pudiera desempeñar un papel “para reducir las tensiones. Pero por el momento nada apunta en esta dirección”, añade Jean-Loup Samaan.














