El poker es uno de los juegos de cartas que más presencia tiene en los dichos y el refranero popular. Expresiones como “va de farol”, “hay que jugar las cartas que te reparten” o “tiene un as en la manga” están perfectamente integradas en nuestro día a día. La presencia del poker como hilo conductor en películas como “El golpe”, “El rey del juego” o “Rounders” ha ayudado a popularizar el juego y sus mecánicas en la sociedad. La naturaleza del poker se presta a la alegoría con diversas circunstancias de la vida, y es fácil extrapolar consejos válidos para el juego en las mesas a situaciones cotidianas, tanto de nuestro trabajo como de nuestras relaciones sociales.
A continuación, vamos a analizar tres consejos válidos tanto para mejorar nuestro juego en las mesas como para enfrentarnos a problemas consuetudinarios.
Adáptate al nivel de las ciegas en cada momento
En una partida de poker, las ciegas son las apuestas que hay que poner obligatoriamente al principio de cada mano. En el formato de torneos, estas ciegas aumentan conforme pasa el tiempo (lo que se conoce como niveles de ciegas). Así, cuando empieza el torneo, las ciegas son muy pequeñas en comparación con las fichas iniciales de las que disponemos. Es frecuente encontrarse con jugadores que arriesgan muchas más fichas de las que deberían con manos mediocres en estas etapas, porque perciben que disponen de un mayor capital para jugar, lo que lleva a descuidos motivados por exceso de euforia. Conciben los torneos desde la ansiedad por ganar inmediatamente, en lugar de percibirlos como una carrera de fondo. Los grandes magnates saben que el riesgo asumido ha de ir en relación con la recompensa potencial.
En la vida, se podría establecer una comparación directa con la forma en la que aprovechamos el tiempo cuando somos jóvenes y parece que es un capital infinito. Conforme cumplimos años, nos damos cuenta de la importancia de ese capital desperdiciado en actividades que no nos han aportado nada y que seguramente habríamos afrontado desde una perspectiva más reflexiva, pensando en el medio y largo plazo.
La motivación es el motor principal
- grandes competiciones online pueden ser agotadores, ya que la concentración que exigen en todo momento acaba por desgastar al jugador, tanto física como psicológicamente. El nivel de decisiones y el tiempo disponible para tomarlas adquiere tintes frenéticos en determinadas fases, mientras que en otras apenas hay acción. Además de mantener bajo control el apartado físico, resulta fundamental no perder de vista los motivos que nos llevan a actuar: Puede ser conseguir un gran premio, ponernos a prueba frente a rivales con mayor nivel que nosotros o, simplemente, buscar esa mano increíble que no nos cansaremos de contar a nuestras amistades.
La persona que tiene una finalidad definida lo tiene más fácil para mantenerse concentrado, ya que no pierde de vista el vínculo con sus motivaciones. Es más sencillo llevar a cabo las tareas rutinarias que se nos exigen en ciertos momentos de la vida si sabemos que soportar ese tedio está encaminado a lograr una finalidad.
No se consiguen grandes cambios sin exponerse a los riesgos
Hay un momento en los torneos donde es fácil diferenciar a dos tipos de jugadores. Cuando faltan pocas eliminaciones para alcanzar los premios, algunos optan por volverse tremendamente conservadores para no perder el premio mínimo, mientras que otros aprovechan la ocasión para ejercer más presión con la intención de mejorar para alcanzar los primeros premios. Esto se relaciona con la forma en la que nuestro cerebro entiende la pérdida. Si nos eliminan antes de alcanzar los premios, perderemos el dinero de la entrada y nos iremos con las manos vacías; por otra parte, si no tomamos las decisiones correctas por miedo a la derrota, puede que estemos renunciando a metas más elevadas.
Los jugadores con más ganancias suelen ser aquellos que consiguen los premios grandes, no los que obtienen premios pequeños con más frecuencia. Puede que en situaciones de todo o nada cueste más trabajo aplicar la que sabemos que es la decisión correcta, aunque esta conlleve más riesgo que otras opciones más conservadoras, pero es aquí donde entra esa máxima que dice que “quien no arriesga no gana”. La fortuna no suele llegar a aquellos que la esperan en su casa sin poner nada en juego.