No hablas en serio cuando tienes veinte años. O mejor dicho, hablamos demasiado en serio. Hace veinte años, el 2 de diciembre de 2003, se estrenó la película navideña por excelencia: Love Actually. Una pequeña joya romántica, el largometraje coral de Richard Curtis se proyecta cada año en televisión durante las vacaciones de fin de año. Cuenta las aventuras de una veintena de personas atormentadas emocional, amistosamente e incluso políticamente. Con un reparto selecto, Love celebra sus veinte años. Para la ocasión, Le Figaro ha trabajado duro (es temporada) y ha encontrado 20 buenos motivos para volver a ver estas dos horas de culto.

1. Para Hugh Grant, en el apogeo de su fama y encanto. El británico interpreta a un primer ministro guapo y soltero que se muestra reacio a dar el primer paso para salir con su secretaria (Martine McCutcheon). Una situación que hoy resulta anacrónica.

2. Pour la scène d’ouverture : Juliet (Keira Knightley) et Peter (Chiwetel Ejiofor) se marient à l’église et une chorale surprise surgit en chantant un All you need is love du plus bel effet – les Beatles ont presque de quoi tener celos. Suficiente para hacerte querer asistir a una boda.

3. Por ahora Bob Dylan: Mark (Andrew Lincoln) se para frente a la puerta de Juliet y le declara, gracias a una sucesión de señales (como en el gran vídeo de Bob’s Subterranean Homesick Blues) su amor porque “tienes que decir la verdad”. en Navidad. Una conmovedora historia donde la pareja se encuentra casi mejor como trío.

4. Por el balanceo de Hugh Grant en el número 10 de Downing Street para saltar, el éxito de las Pointer Sisters. Suficiente para enderezar todas las curvas de popularidad.

5. Para el espíritu navideño, muy sencillo.

6. Para Billy Mack (Bill Nighy), una vieja leyenda del rock un poco amargada, que quiere absolutamente hacer un nuevo éxito. Es patético, pero lo consigue: acaba desnudo delante de un televisor.

7. Por los coros de calle que nos hacen lamentar que no se generalice del 1 al 25 de diciembre.

8. Por la melancolía de Sam (Thomas Sangster), 13 años y enamorado de Joanna. Al ser una comedia romántica todo acaba bien.

9. Por los treinta besos intercambiados a lo largo de la película, que son muchos en esta época y peligrosos teniendo en cuenta la cantidad de virus que circulan.

10. Por esta frase tan incorrecta: “¿A quién tienes que atropellar aquí para conseguir una taza de té y unas galletas de chocolate?” Un primer ministro no debería decir eso.

11. Por la sutil interpretación de Liam Neeson como un viudo y padrastro que intenta sobrevivir y hacer feliz a su hijastro.

12. Para todas las actrices que están lejos de ser extras: tienen su carácter y brillan en esta película coral.

13. Para la pareja Jack y Judy (Martin Freeman y Joanna Page), doble actor íntimo. Las escenas de sexo falsas crean momentos locos. Humor inglés típicamente peculiar.

14. Por la banda sonora muy “oldies”, donde los Beach Boys se codean con Otis Redding y Dido. Desafortunadamente, no escaparás de Todo lo que quiero para Navidad eres tú, afortunadamente no de Mariah Carey.

15. Por su frescura, alejada de cualquier ideología. Desde entonces, Richard Curtis se ha puesto sus gafas de “realmente despierto” para volver a ver su película y despotricar sobre ella: ¿la escena de los carteles? “Una escena de acosador”. ¿Los diálogos? Algunos chistes sobre “fobia extrema” pueden haber sido impactantes. ¿El casting? Una clara falta de diversidad. Las películas románticas antes eran mejores.

16. Para la reseña suavemente desagradable en Le Figaro, 3 de diciembre de 2003: “Si te gustan la mandolina y el violín, ¡adelante!”

17. Por este intercambio entre David y el retrato de Margaret Thatcher (que todavía vivía en ese momento) que termina con un atrevido “pequeño bribón”.

18. Porque (por el momento) ninguna secuela ha venido a estropear nuestro placer, aparte de un cortometraje de 16 minutos. El rumor vuelve como en Nochevieja: todos los años.

19. Para Emma Thompson, simplemente.

20. Porque no lo hemos hecho mejor desde entonces. Cada año, todo Hollywood e incluso el cine francés nos imponen comedias navideñas aburridas, pesadas y fallidas. Es bien sabido que Papá Noel sólo aparece una vez.