Xavier-Laurent Salvador es profesor asociado de literatura moderna y profesor de lengua y literatura medieval. Codirige el Observatorio de decolonialismo e ideologías identitarias, que tiene un sitio web: decolonialisme.fr.

Es hora, en Estrasburgo, de levantarse de su escaño como concejal municipal para corregir las injusticias: ¿hechas a los ciudadanos de la ciudad? No, te falta ambición. ¿Las injusticias cometidas contra los ciudadanos franceses? ¡Vamos, mayores aún: las injusticias de este mundo! ¿Por rebelarse? No, obedeciendo a la Comisión Europea, cuyos líderes saben -los que son sabios- lo que nos conviene. Y es así como el cabildo ecologista incursiona en el terreno del “presupuesto sin género”. Y en cuanto a la ley de jubilación, bajo la apariencia de propuestas presupuestarias: es de hecho la reforma de la moral en cuestión.

De hecho, hemos sabido que el ayuntamiento de Estrasburgo se embarca en la renovación del discurso político al proponer un “presupuesto sensible al género”, es decir, un presupuesto orientado a la promoción de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y una sociedad inclusiva. Este presupuesto, aclamado por la oposición como una forma de progreso, presenta sin embargo algunos elementos preocupantes.

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En primer lugar, el enfoque de la ciudad de Estrasburgo es parte de una dinámica comunitaria, programada por la Comisión en términos que no dejan lugar a dudas: “Presupuestación sensible al género […] significa construir una herramienta para la transparencia, el apoyo a las decisiones y la justicia social”.

¿De qué “decisiones” estamos hablando? Para saberlo, basta consultar la web del ayuntamiento y leer la simplista organización de los presupuestos: según el ayuntamiento, el gasto público se puede clasificar en tres categorías. Las que puedan tener un efecto, positivo o negativo, en la igualdad de género (criterio 2), las que, como la reordenación de los patios escolares (fotos), la favorezcan (criterio 1) y las que sean neutras (criterio 0).

El ejemplo del patio de la escuela ilustra perfectamente el sesgo moral introducido en los asuntos presupuestarios de la ciudad, que se podría imaginar, en estos tiempos convulsos, como su primera misión sería luchar contra las desigualdades sociales, contra las disparidades salariales y no interesarse por divisiones morales. ¿Cómo vinculamos realmente la noción de “apoyo a la decisión y justicia social” con la influencia necesariamente positiva que podría tener el rediseño de un patio escolar en la promoción de la igualdad de derechos? Para entenderlo hay que seguir un camino de pensamiento subversivo, casi revolucionario; y para decirlo sin rodeos: cuestionable.

Algunas respuestas se pueden encontrar en los informes de otro municipio, el de Dunkerque, pionero en este campo: “El tribunal tendrá que responder fomentando la conservación y desarrollo de la biodiversidad y la educación ambiental convirtiéndose en un verdadero ecosistema vivo agradable y educativo”. […] El patio de la escuela debe ser atractivo, inclusivo y accesible para todos los niños, independientemente de sus capacidades físicas y cognitivas. Tendrá que permitir que niñas y niños jueguen juntos sin distinción de género.

Vemos entonces a través de estos elementos de lenguaje repetidos hasta la saciedad que el patio escolar es solo un pretexto presupuestario para promover la reconfiguración de los espacios recreativos en el municipio como campo de pruebas de la pedagogía inclusiva. Lejos de haberse probado a sí misma, esta pedagogía es en realidad torpe y de hecho refuerza los estereotipos (los chicos varoniles están condenados al fracaso). Sin embargo, hoy en día, en términos de éxito académico, las niñas, lejos de quedar marginadas, son de hecho uno de los impulsores más dinámicos de las cohortes escolares. Podemos leer sobre este tema el excelente análisis del estadístico Cyrille Godonou en el sitio del Observatorio del Decolonialismo, cuya conclusión al menos debería permitirnos introducir una desventaja en el país de las personas convencidas de tener razón:

“El mejor rendimiento académico general de las niñas tiende a enmascarar fenómenos más sutiles que invierten esta tendencia en subcampos: cola de distribución, diferente varianza según el sexo, situación competitiva, ejercicios inusuales, especialización en matemáticas… Disparidades en los números en los cursos de educación superior como así como en las profesiones de investigación e ingeniería, reflejan esencialmente las elecciones de orientación y los resultados de concursos y exámenes”.

El enfoque sobre la cuestión del género es de hecho un sesgo arbitrario planteado por los discípulos de la deconstrucción que proceden así a una acusación de la institución escolar. En efecto, el presupuesto de tal manipulación parte del principio de que la escuela es el lugar de formación de las desigualdades, lo cual es evidentemente falso, ya que en realidad la escuela lucha contra las desigualdades sociales que hereda cuando los niños salen de su entorno familiar para entrar plenamente en la sociabilidad infantil.

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Pero no importa: la idea misma de que el presupuesto de género es una acción moral al servicio de una causa justa que consistiría en configurar la sociedad del mañana sin el conocimiento de los ciudadanos de hoy, es lo que se convierte en el leitmotiv de la acción europea en términos de financiación. , ya sea para investigación o incentivos económicos para políticas municipales.

Entendemos, pues, con bastante facilidad que el argumento de un “presupuesto” (término técnico) al servicio de la “promoción de la igualdad” (otro término tecnocrático) esconde una espantosa realidad ideológica. El argumento del presupuesto neutral en cuanto al género pretende partir de una política financiera cuando en realidad oculta torpemente un asidero ideológico sobre el que la población no se ha pronunciado realmente.

El ayuntamiento no da ejemplos de financiación que perjudiquen la promoción de la igualdad de género: financiar un club de fútbol masculino, ¿es esta una acción sagrada y moral a los ojos de la Comisión? ¿O debería sopesarse ahora esta acción contra el tribunal moral de la inquisición inclusiva? ¿Y quién para determinar, con clarividencia, las apuestas morales positivas o negativas de tal o cual proposición? Me responderá que la solución es obvia: hay que recurrir a los pedagogos, por ejemplo, ya los científicos en general, que alumbrarán la política moral con sus luces conscientes y despiertas.

Pero, ¿dónde irá el ayuntamiento de Estrasburgo, por ejemplo, para encontrar a los científicos ilustrados que presentarán informes sobre la política de salud de la ciudad, promoviendo el desarrollo de una sociedad inclusiva en el respeto y la promoción de la igualdad de género?

¿Debemos buscar expertos cuya misión sea decir lo que es moralmente bueno para la comuna? ¿Y volver a la lógica de los directores de conciencia?

Hace muy poco, la alcaldesa ambientalista de la ciudad de Besançon se definió, en una entrevista concedida al New York Times el 31 de diciembre, como una mujer despierta. Esta irrupción de wokism en el discurso de una personalidad política marcó un punto de inflexión esencial que subraya la porosidad entre las ligas de la virtud comunitaria y el personal político. Actualmente hay una ofensiva, llevada a cabo por los cabildos ecológicos, por las fuerzas de la deconstrucción.