A sus 87 años, Woody Allen no ha perdido nada de su picardía. Presentada en preestreno en el Festival de Venecia, esta película número 50 de la directora de Annie Hall podría ser la última. Sin embargo, se dejó algunos puntos de salida “en caso de que llegáramos a encontrarlo con nueva financiación…” Después del decepcionante Festival de Rifkin (2020), ya no esperábamos mucho del envejecido cineasta neoyorquino. ¡Sorpresa! Coup de chance devuelve hermosos colores al trabajo de Allen.
Rodada en París, y por primera vez en la lengua de Molière, con actores locales, esta feroz historia tiene el falso aire de la comedia francesa. Un vodevil sardónico que oscila entre el romance y el thriller, la película presenta a Fanny, una bella joven de tez de porcelana interpretada por Lou de Laagence (Jappeloup, Blancanieves, etc.)
Casada con un rico hombre de negocios (Melvil Poupaud) que la mima como a una esposa trofeo, la esposa que quiere ser rebelde y liberada se aburre en este mundo chic y llamativo de los bonitos barrios. Para integrarse mejor, trabaja en una galería de la avenida Montaigne. Es en esta calle donde Alain (Niels Schneider), un escritor bohemio que se enamoró de ella en el instituto, la apostrofa.
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Estos reencuentros proustianos se producen bajo el signo del descuido y del deseo. Que golpe de suerte! Pronto inseparables, estos dos coquetean en el Jardín de las Plantas, almuerzan y pasean por las calles de París, que lucen tonos dorados. Terminan cediendo a los transportes de un adúltero casi inocente, que estalla en llamas bajo las vigas de una buhardilla.
Por supuesto, Fanny sigue haciendo de esposa modelo en las recepciones sociales y fines de semana de caza de perdices que organiza su marido. Melvil Poupaud es perfecto como marido pretencioso y posesivo, que pronto se convierte en un marido engañado, tan desconfiado como manipulador. El humor y el sarcasmo se inculcan sigilosamente en la trama mientras la película se convierte en un thriller.
Como madre inteligente, Valérie Lemercier es divertida y picante. En el papel de la investigadora en ciernes, aporta mucho ritmo y suspense a la película. Finalmente, la pequeña música de Woody Allen está ahí, chispeante como el champán, pero con un toque de amargura.
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Maestro de la comedia burlesca y la sátira social, Allen, un moralista lúcido, examina el pequeño mundo de los parisinos ricos, al tiempo que ofrece giros cómicos. Un fino observador que supo perfectamente cómo fluir en esta esfera elegante, creó una fábula cruel y retorcida en forma de variación sobre el tema de la suerte y la ironía del destino.
Esta oportunidad, precisamente, Woody Allen la utiliza al principio y al final de la película, como un choque de platillos hitchcockiano que encierra la historia en un espacio metálico, resonando con todo lo que ha hecho antes. La película es aún más explosiva.
La Nota de Fígaro: 3/4