¡Más de mil! Ésta es la cantidad de óperas que se dice que el poeta y libretista Pietro Metastasio, conocido como el Metastasio, inspiró a lo largo de la historia. “Cada uno de sus libretos sirvió de media para unas cuarenta óperas”, explica Christophe Rousset. Porque con él, y sea cual sea el tema, siempre estamos seguros de que a nivel dramatúrgico la historia se sostiene”. El clavecinista y director fundador de Talens Lyriques, que estará en Versalles en enero para interpretar Atys de Lully, dirigirá allí también L’Olimpiade de Cimarosa en mayo.
Si este compositor es emblemático del último período de la escuela napolitana, está muy lejos de ser el primero en abordar este libreto de Metastase, que algunos consideran uno de sus más logrados. Al contar la rivalidad romántica de dos mejores amigos de la antigua Grecia, Lisidas y Megacles, con el telón de fondo de los Juegos Olímpicos, esta historia tan antigua como el tiempo habría atraído a no menos de sesenta compositores diferentes. Desde Vivaldi (cuyo L’Olimpiade suele encabezar el cartel de los teatros de ópera durante los Juegos Olímpicos) hasta Myslivecek (compositor popularizado en los últimos meses por la película Il Boemo), pasando por Pergolèse, Hasse e incluso Caldara.
“Con Laurent Brunner no queríamos tomar el camino fácil programando otra versión de L’Olimpiade de Vivaldi, sino, al contrario, aprovechar el evento que serán los Juegos Olímpicos de 2024, algunos de los cuales tendrán lugar en el corazón. del Palacio de Versalles, para invitar al público al redescubrimiento. Y nos parecía que había una gran oportunidad que aprovechar con L’Olimpiade de Cimarosa”, continúa Rousset.
Porque lo sabe este ardiente defensor del barroco napolitano: “Cimarosa sigue siendo más conocido entre los melómanos por sus óperas búfalas, empezando por Su boda secreta. Sin embargo, también compuso muchas óperas serias, algunas de las cuales, como ésta, también demuestran un virtuosismo increíble, y donde la pirotecnia a veces compite en la misma aria con verdaderos momentos de gracia”, argumenta. Citando como ejemplo el magnífico dúo entre Megaclès y Aristaeus Megacle, O ma Speranza, que cierra el primer acto y evoca ya las Mitrídates de Mozart.
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Para hacer justicia a estas páginas injustamente olvidadas, que forman el puente entre Handel y el primer Mozart (¡y cuya parte de soprano aún llega hasta el medio bajo!), el director ha reunido un elenco deslumbrante. Donde brillará en particular, en el papel del joven Aristeo (prometido al ganador de los Juegos), la estrella española Rocío Pérez, revelada como Reina de la Noche en La flauta mágica de Talens Lyriques, el año pasado. Pero también el tenor canadiense Josh Lovell, descubierto en su Ariodante hace unos años, y que interpretará aquí al padre de Aristaeus.
Esta Olimpiada, sin embargo, no será la única obra que celebrará, con música, el espíritu de los Juegos en el recinto del castillo. Tres semanas antes del inicio de las pruebas ecuestres y un mes antes de las del pentatlón moderno, que tendrán lugar ambos en los terrenos de Versalles, Valentin Tournet exhumará, siempre bajo el oro de la Ópera Real, los festivales griegos y Romanos de Colin de Blamont.
El compositor, que representa el eslabón perdido entre Lully y Rameau, puede ser uno de los padres del ballet de ópera francés, pero sigue siendo un gran desconocido para el público en general y para los aficionados a la música barroca. Este año “olímpico” fue, por tanto, la oportunidad o nunca de volver a ponerlo en el centro de atención. Porque “si muchos compositores italianos han retomado el libreto de Metastase, estas Fêtes de Colin de Blamont constituyen, en cambio, la única obra lírica de todo el repertorio francés que ha tratado el tema de los Juegos Olímpicos de la Antigüedad”, continúa Tournet. . . Por lo tanto, nos parecía legítimo dar nueva vida a esta partitura que nunca antes había sido recreada o grabada en su totalidad”.
El joven director de La Chapelle Harmonique, que debería grabar la obra en febrero para el sello Château de Versailles Spectacles (L’Olimpiade de Cimarosa de Les Talens Lyriques también será objeto de una grabación), quiere hacer plena justicia. Sin ir tan lejos como para recrear los ballets de danza de esta obra, en cuya primera entrada desfilan, ante la majestuosa decoración del templo de Júpiter en Olimpia, los atletas victoriosos de los Juegos, el músico promete una versión de concierto “escenificada y ligeramente coreografiados, como hicimos para Les Paladins de Rameau el pasado mes de junio. Además de una auténtica celebración instrumental, que no se limitará únicamente a los Vingt-Quatre Violons du Roy sino que también recurrirá a “toda una gama de vientos y percusiones, rindiendo homenaje a la fisicalidad y la energía de esta música”.
L’Olimpiade, 16 de mayo, y Festivales Griegos y Romanos, 4 de julio, en la Ópera Real.