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El debate sobre el decreto de Mizrachi en la ley seca

En Panamá, el anuncio del alcalde Mayer Mizrachi de flexibilizar la ley seca que rige cada 9 de enero, día de duelo nacional en conmemoración de la gesta patriótica de 1964, ha desatado un intenso debate sobre la manera en que el país recuerda y honra su historia. Algunos consideran que esta medida afecta la solemnidad de una fecha clave en la historia nacional, mientras que otros cuestionan la eficacia y pertinencia de mantener restricciones de este tipo en pleno siglo XXI.

La importancia del 9 de enero en la identidad panameña

El incidente de 1964, que resultó en la muerte de 21 panameños, fue el punto culminante de un movimiento que buscaba recuperar el control pleno del territorio y los recursos del país. Esta lucha logró un cambio con los Tratados Torrijos-Carter de 1977, permitiendo la devolución del Canal a manos panameñas en 1999. Por lo tanto, el 9 de enero representa un hito de soberanía nacional y la consolidación de la identidad panameña.

Implicaciones de flexibilizar la ley seca

La Ley 118 del 27 de diciembre de 2013 no prohíbe explícitamente la venta de bebidas alcohólicas el 9 de enero, pero culturalmente esta restricción se ha mantenido en respeto a los mártires. El Decreto Alcaldicio 001-2025 emitido por Mizrachi suspende la venta y consumo de alcohol durante 12 horas en el distrito de Panamá. Algunos consideran que esta medida rompe con la tradición de solemnidad, mientras que otros la ven como una oportunidad para dinamizar la economía local.

Impacto cultural y generacional

Esta controversia también plantea preguntas sobre cómo las nuevas generaciones perciben los días de duelo y si la flexibilización de la ley seca diluiría el significado histórico de la fecha. Algunos argumentan que los panameños ya han transformado culturalmente el 9 de enero en un día de actividades recreativas, lo que podría beneficiar a los comercios locales y dinamizar la economía en un día tradicionalmente quieto.

En medio de este debate, surge la pregunta: ¿cómo equilibrar el respeto a la historia y la identidad nacional con la necesidad de adaptarse a los cambios culturales y económicos del siglo XXI? La decisión final recaerá en las autoridades y en la sociedad panameña en su conjunto, quienes deberán encontrar un punto medio que honre el pasado sin limitar el futuro.