Sin duda, el proyecto de ley de inmigración suscita mucho debate en la sociedad francesa. Si bien el texto debe llegar al Senado el lunes 6 de noviembre, antes de ser discutido en la Asamblea Nacional en diciembre, la clase política está dividida sobre el famoso artículo 3 relativo a las “ocupaciones con tensiones”. El grupo de expertos “Sense of Public Service” desea “reexaminar las condiciones de acceso de los extranjeros no europeos al servicio público”. El grupo de expertos, que reúne a unas decenas de funcionarios públicos, pretende abordar la crisis del atractivo de la función pública. Lo cual “se priva de competencias al excluir a una parte de la población”. Según él, más de 4 millones de puestos de funcionarios “no pueden ser ocupados por extranjeros no europeos”.
De hecho, si esta categoría de población ya está presente en determinados sectores privados, como la construcción o la restauración, o en sectores públicos, como la SNCF o la Seguridad Social, no pueden incorporarse al servicio público. Considerando que los servicios públicos constituyen “la base de nuestro modelo social”, el grupo de expertos los ve como “un vector de integración republicana”, que “traduce nuestras aspiraciones colectivas de igualdad en derechos y dignidad”. Si se ha presentado un proyecto de ley en este sentido en la Asamblea Nacional y una enmienda en el Senado, esta última tiene pocas posibilidades de ser aprobada. Sobre todo porque el Gobierno no quiere precipitar a la derecha, con la que las relaciones ya están en desacuerdo sobre la cuestión de la regularización de determinados extranjeros en sectores que carecen de personal.
El entorno del Ministro de la Función Pública, Stanislas Guerini, confirma también a Les Échos que “no se está estudiando una prórroga legal”, recordando que “ya es posible la contratación de extranjeros no europeos como agentes contractuales”. De todos modos, Le Sens du service no cede en este punto. “La situación del trabajador subcontratado es a menudo más precaria que la del funcionario permanente: (los extranjeros) suelen ser contratados con contratos de duración determinada (CDD). Entonces no podrán beneficiarse de ninguna perspectiva de desarrollo profesional, salario o movilidad profesional”, señala al periódico económico. Y mencionar “las dificultades que induce esta precariedad a la hora de renovar el permiso de residencia”.