“Acelerar al mismo tiempo la transición ecológica y la lucha contra la pobreza”: este es el objetivo declarado por Emmanuel Macron en un artículo publicado este viernes en el diario Le Monde. Una doctrina, detallada en siete puntos, cuya condición sine qua non sería la reforma del “sistema de Bretton Woods”. «Por lo tanto, debemos revisar la gobernanza de Bretton Woods», puso sobre la mesa el jefe de la mesa. Según él, es imposible «financiar la transición ecológica a escala global» sin reformar el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), dos instituciones resultantes de los acuerdos de Bretton Woods firmados en 1944.

“Ochenta años después de su creación, esta arquitectura financiera es insuficiente en comparación con el tamaño de la economía y de la población mundial”, señala el inquilino del Elíseo. Una arquitectura financiera que «también está en gran medida fragmentada» y que no ha «abierto la puerta a los países emergentes y en desarrollo en la gobernanza de estas instituciones». De ahí la necesidad de renovar la fachada de este edificio erigido al final de la Segunda Guerra Mundial. «Si no todos estamos en pie de igualdad en la mesa de negociaciones», «no podremos ponernos de acuerdo sobre los objetivos y la financiación» para la transición ecológica global.

Leer tambiénEn el G7, Macron promueve su “pacto financiero internacional”

Con este plan de batalla, el jefe de Estado tiende la mano a los países del Sur para guiarlos en la danza ecológica. Porque Emmanuel Macron llama “recíprocamente” a “revisar la gobernanza de Bretton Wood” y “pedir a los países emergentes que asuman su parte de responsabilidad en la financiación de los bienes públicos globales”. En definitiva, da un paso hacia ellos mientras esperas que ellos den a cambio uno por el planeta. Porque las grandes potencias emergentes exigen constantemente una reforma de las grandes instituciones financieras globales, fruto de los acuerdos económicos firmados en 1944.

En aquel momento, cuarenta y cuatro países aliados se reunieron en Bretton Woods, en New Hampshire (Estados Unidos), para trazar las líneas generales de la arquitectura financiera internacional de la posguerra y luego firmaron los acuerdos que dieron origen al «sistema de Bretton Woods». Este es el período histórico (1944-1971) durante el cual el sistema monetario mundial se organizó en torno al dólar estadounidense, entonces la única moneda convertible en oro. También se crearon el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF). La primera institución debe «permitir proporcionar liquidez a los países en dificultades para evitar nuevas devaluaciones, mientras que el BIRF (hoy uno de los componentes del Banco Mundial) debe promover el desarrollo económico», explica el sitio vie-publique.

Excepto que ochenta años después, la faz del mundo ha cambiado. Con el surgimiento de gigantes económicos como India y China, el mundo bipolar de la Guerra Fría se volvió multipolar. Hasta el punto de que las grandes potencias emergentes y los países en desarrollo señalan con el dedo estos textos fundacionales de una arquitectura financiera global, dejándolos al margen. «La ausencia de reformas efectivas de las instituciones financieras tradicionales ha limitado el volumen y las condiciones de los préstamos concedidos por los bancos existentes», criticó Lula el pasado mes de abril. Como voz de los Brics (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y, a partir del 1 de enero, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto, Etiopía y quizás Argentina), el presidente de Brasil reitera el deseo de su grupo de “ trabajar por una reforma efectiva de las Naciones Unidas, el FMI y el Banco Mundial”.

“Necesitamos un nuevo Bretton Woods”, afirmó António Guterres durante la Cumbre por un Nuevo Pacto Financiero Mundial organizada por Emmanuel Macron en junio pasado. “La arquitectura del sistema financiero internacional se construyó después de la Segunda Guerra Mundial. Tres cuartas partes de los estados aún no existían. Ochenta años después, el sistema está obsoleto, es disfuncional y profundamente injusto. El sistema perpetúa las desigualdades”, aclaró además el Secretario General de las Naciones Unidas. Un deseo claramente expresado en el Pacto de París para las Personas y el Planeta resultante de la Cumbre: “Para evitar la fragmentación de la comunidad internacional, transformaremos la gobernanza de la arquitectura financiera internacional para hacerla más eficiente, más equitativa y mejor. adaptado al mundo contemporáneo”, explica el texto. Si el sistema de cuotas que determina la gobernanza del FMI sin duda debe pasar por el quirófano, todavía es necesario determinar las nuevas formas del FMI y del Banco Mundial. Y obtener la luz verde de Estados Unidos.