El movimiento huelguístico sin precedentes que afecta a los fabricantes de automóviles estadounidenses corre el riesgo de estancarse. «Si no recibimos mejores ofertas (…), procederemos a una ampliación» de la huelga, declaró el domingo el jefe del sindicato UAW, Shawn Fain, a la cadena CBS. «Hemos estado rezagados durante décadas». Es la primera vez en la historia que los tres gigantes automovilísticos estadounidenses se ven afectados simultáneamente.

Tres plantas han estado cerradas desde el viernes: una planta de General Motors en Wentzville (Misuri), otra de Stellantis (Fiat-Chrysler-PSA) en Toledo (Ohio), así como una sucursal de Ford en Wayne (Michigan). Sin embargo, las conversaciones entre el sindicato y las tres grandes (General Motors, Ford, Stellantis) se reanudaron el sábado con el objetivo de poner fin al movimiento huelguístico iniciado la víspera. GM y Ford han propuesto aumentar los salarios en un 20 por ciento combinado.

Stellantis ofrece ahora un aumento de “casi el 21%” durante la duración del nuevo convenio colectivo, o cuatro años, frente al 14,5% de hace apenas una semana. Pero para Shawn Fain, una oferta del 21% es en gran medida insuficiente, mientras que el UAW exige un aumento del 40%.

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Stellantis también afirmó el sábado que la transición a la electricidad, con el consiguiente cierre de instalaciones, se produciría sin recortes de empleo, un temor importante de los empleados del sector, alimentado por algunos republicanos. Estos últimos achacan este conflicto social al presidente estadounidense Joe Biden, por su supuesta responsabilidad en el aumento de la inflación y su deseo de acelerar la transición energética del automóvil.

Por su parte, Joe Biden dijo que entendía “la frustración de los trabajadores”, quienes “merecen una parte justa de los beneficios que ayudaron a crear”. En el primer semestre de 2023, los tres fabricantes generaron ingresos acumulados de 276 mil millones de dólares y un beneficio neto de 20,25 mil millones de dólares.