A la edad de 87 años, Fernando Botero es el artista vivo más célebre en el mundo. Tímido y reservado, que siempre permaneció fiel a su estilo «extra-large». Sus retratos y sus esculturas son conocidas en todo el mundo, y la enorme exposiciones de sus obras, más de un centenar de 40 Países, cuenta con millones de visitantes. Para contar su vida y de su arte llega a las películas de Botero – Búsqueda sin fin , el documental dirigido por el canadiense No Millar, en el comedor del 20 al 22 de enero con Feltrinelli Real de Cine y Quería que el Cine. Una oportunidad única para volver sobre los orígenes y la evolución de las pinturas y las esculturas que se explica por la misma ingeniosa y polémica artista colombiano.

Botero, el artista de la monumental en el doc», Una búsqueda sin fin’
Un retrato íntimo y profundo comienza en un restaurante en Aix-en-Provence con Botero, rodeada de sus tres hijos, Lina, Fernando y Juan Carlos, que cuenta historias de su infancia, de Medellín, comenzando con la trágica muerte de su padre cuando él tenía cuatro años de edad. A continuación, los primeros dibujos que se venden por unos cuantos pesos con los que pagar el viaje a Madrid, donde descubrió las obras maestras de Velázquez y Goya, de choque y mirar un libro, una pintura de Piero della Francesca, y el paseo en Vespa hasta Florencia para estudiar el arte del Renacimiento italiano. «Allí me encontré con la pintura que me gustaba», dice Botero, «y la teoría de alguien que estaba dotado de un gran conocimiento».

se acabó el dinero, estar de regreso en Colombia, donde enseña en la universidad de los Andes. Allí conoció y se casa con un estudiante, Gloria Zea, juntos en México, y a partir de ese momento, sus pinturas están llenas de colores. «Un arte para ser universal, debe ser local», explica el artista. En los años 60 y llega a Nueva York con doscientos dólares en el bolsillo, un período difícil. «No fue la dictadura de arte abstracto», recuerda Botero, «nadie quería tocar a mí como si fuera un leproso, porque estaba en el arte figurativo». Su primer espectáculo recibió críticas devastadoras, pero esto no cambia la idea, y poco después de la toma de la escena: dos de sus pinturas son comprados y expuesto en el Moma. «Todo en la vida debe ser así. Si yo no hubiera estado allí, no habría ocurrido».