Hay momentos en la historia del rock que se han convertido en legendarias. Uno de estos es, sin duda, el tour de la Rolling Thunder Revue Bob Dylan , a mediados de los Setenta. La roca parecía haber perdido su centro, la industria de la grabación, las drogas, el dinero, la fama, las multitudes, no era ya de todo lo que luego tomó, sólo uno o dos años después, a la explosión del punk. Incluso Dylan, los encarcelados, los desaparecidos, la superestrella, es un misterio en 1966, cuando fue la solista con más famosa del mundo, había decidido no dejan de ser visto de todo, tenía la percepción de perfecto, de volver a tocar en vivo en 1974 con la Banda, para una gira de estadios que le había dejado insatisfecho, abrumado por la rutina “jet y limo”, de la imposibilidad de tener una relación con el público, la ciudad, la misma música. Dylan, sin paz, sin embargo, él parecía, como siempre, ya ha terminado, y en el comienzo del verano de 1975, recién llegado de unas vacaciones en Europa con David Oppenheim, juntos, en la América que fue sacudido y triste por el final de la guerra en Vietnam y el escándalo de Watergate, una banda de músicos listos para cruzar el país a bordo del big bus, parando en los pueblos pequeños, jugando en los teatros más infame y el olvido, por el bien de la música, el deseo de jugar, por el deseo ardiente de estar vivo. Y así nació la Rolling Thunder Revue.