“¿Seis millones de musulmanes en Francia y todavía estás soltero?” El lema, lanzado por la aplicación de citas Muzz, se exhibe desde el miércoles en las calles de París y sus alrededores. Esta plataforma establecida en Londres, que se enorgullece de ser la primera en el mundo sobre el matrimonio musulmán, ha desplegado unos 400 paneles publicitarios para promover la versión estricta de las “citas”.
La plataforma promueve encuentros realizados “de forma halal”, es decir sin contacto físico antes del matrimonio, con la intermediación de un acompañante. La aplicación, que cuenta con 9 millones de miembros en 190 países y “ya 500.000 matrimonios exitosos” según su sitio, ofrece filtros religiosos basados en criterios específicos como el origen étnico, el número de oraciones diarias, la dieta halal, el consumo de alcohol o tabaco, o incluso el número de hijos deseados. Con este espíritu comunitario, Muzz también organiza “citas rápidas halal” en las que un hermano, una madre o un familiar presencian los intercambios. Porque «las citas no están necesariamente permitidas en el Islam, aunque cada uno tenga su propio nivel de religiosidad», explica Yasmina el-Asfari, directora de Muzz Francia.
Pero, al desplegar su campaña a este lado del Canal, la aplicación británica se topó con las normas de la autoridad reguladora de la publicidad profesional (ARPP). El equipo lamenta a este respecto haber tenido que “enfrentarse a importantes desafíos con las autoridades”, especialmente “como empresa musulmana”, aseguran. Primero en la imagen: mientras que el 90% de las mujeres que ilustran el sitio y la aplicación de Muzz tienen el pelo cubierto con un pañuelo islámico, no se ha autorizado ningún signo religioso en los paneles franceses. El vocabulario también ha sido restringido. Sólo se permitía la palabra “musulmanes”, y se prohibían otras como “Inshallah” (si Dios quiere) y “Mashallah” (si Dios quiere).
Contactada, la ARPP aclaró que las referencias religiosas en la publicidad no están prohibidas en principio y que no le corresponde pronunciarse sobre el respeto del principio de laicidad. Sin embargo, la organización recuerda que el artículo 3 de su Código establece que «la expresión de estereotipos que evoquen personajes supuestamente representativos de un grupo étnico o religioso debe tratarse con la mayor sensibilidad». En cuanto al vocabulario, en aplicación de las disposiciones de la ley «Toubon» del 4 de agosto de 1994 relativas al uso de la lengua francesa, los términos extranjeros, en particular el árabe, «deben ser objeto de traducciones perfectamente legibles».
La aplicación ya tuvo su polémico episodio en Francia. Era julio de 2022, en pleno debate sobre el burkini. Muzz se ofreció entonces a reembolsar las multas impuestas a las mujeres multadas con este traje de baño islámico, prohibido en las piscinas municipales por motivos de higiene. “En Muzz apoyamos el acceso a lugares de baño para todos”, declara la solicitud. “Hermanas musulmanas, hace calor afuera, vayan a nadar tranquilamente. No te preocupes, Muzz te reembolsará si te multan por llevar burkini”. La solicitud se comprometió a cubrir el importe mediante comprobante simple de pago, hasta un total acumulado de 25.000 euros.
El Ministerio del Interior tomó acciones legales, señalando que este anuncio era ilegal. De hecho, la ley sobre libertad de prensa de 1981 indica que la publicidad para el pago de multas ajenas se castiga con hasta seis meses de prisión o una multa de 45.000 euros. «Como empresa, intentamos utilizar nuestra plataforma para defender a nuestra comunidad», explica Shahzad Younas, fundador y director general de Muzz, contactado por Le Figaro. En su cuenta personal de Twitter, este paquistaní nacido en Inglaterra da su opinión sobre la actualidad de la comunidad musulmana. “Nos quedó claro que esta política estaba tratando injustamente y aislando a las mujeres musulmanas en Francia. Sentimos que era nuestro deber estar junto a las mujeres musulmanas de Francia y apoyarlas en todo lo posible”, continúa el director general.
Por su parte, las instituciones no dicen estar preocupadas por esta aplicación. El CIPDR, que lo detectó durante su campaña sobre el burkini, asegura que «no tiene ninguna vigilancia particular sobre este lugar». Lo mismo ocurre con Beauvau. “No somos el Gran Hermano. Estamos atentos a los comportamientos con fines separatistas, pero corresponde a los tribunales prohibir las campañas si no respetan la ley”, comenta una fuente del Ministerio del Interior.
Si bien la empresa hace alarde de todos los códigos comunitarios y ya prevé que su campaña en Île-de-France será “polémica” y “viral”, rechaza sin embargo cualquier deseo de “ser polémica”, como asegura Yasmina el-Asfari, responsable de la aplicación en Francia. «Sólo queremos representar a los musulmanes de Francia y utilizar su jerga», explica.
Por su parte, Shahzad Younas asegura que “toma nota del enfoque secular observado en muchos aspectos de la vida francesa”. Su objetivo, dice, es simplemente “ayudar a las personas a encontrarse por algo tan saludable como el matrimonio”. Si su empresa global, que desde 2015 ya utiliza más de 15 versiones lingüísticas, quiere conquistar Francia es simplemente porque su población representa un «mercado interesante», explica su fundador. “Antes de que hiciéramos marketing formal allí, ya teníamos mucho éxito en este país, con bodas en el lugar. Para nosotros era lógico desarrollar este mercado, sobre todo teniendo en cuenta que el número de musulmanes en Francia se estima en 6 millones”. Seis millones de clientes potenciales, una cifra redactada ampliamente en la campaña de comunicación de la aplicación y que se corresponde más o menos con la última nota del INSEE, que estima que en 2023 los musulmanes representarán el 10% de la población francesa.