«Fue muy bien, la iglesia estaba llena», dice Daniel Boessenbacher, párroco de la parroquia protestante de Saint-Guillaume en Estrasburgo. Una escena insólita ha tenido lugar estos últimos días en el lugar de culto, organizado por la asociación Pasiones Cruzadas: un espectáculo que combina canto lírico, tela aérea y… pole dance. En esta disciplina de las artes circenses, el atleta realiza acrobacias alrededor de una barra de metal, vestido con ropa ligera.
Tras las primeras actuaciones a finales de marzo, el párroco había recibido cartas amenazadoras en las que se trataba de decapitar a los feligreses y a su líder, quien, según los autores de las misivas, “presentaba las llaves de (su) santa iglesia a una serpiente danzante”. A pesar de estas amenazas y en vista del éxito obtenido entre el público (mil espectadores en dos días), el párroco había decidido repetir la experiencia. Vincent Grobelny, campeón francés y europeo de pole dance, volvió a bailar una ópera de Pergolesi esta semana, de miércoles a viernes.
Las nuevas actuaciones transcurrieron sin contratiempos. “Algunos incluso dijeron que venían a apoyar, por las amenazas”, dice el pastor. Mucha gente de Estrasburgo, la mayoría de los cuales no eran feligreses, iban esas noches a la antigua iglesia católica.
El espectáculo sigue siendo una fuente de división ante todo dentro de la comunidad protestante. «En la parroquia, los funcionarios tenían cierta reticencia», admite Daniel Boessenbacher. Algunos feligreses han enviado cartas para expresar su descontento por lo que consideran una falta de respeto, uno de ellos incluso anunció que se iba de la parroquia. Las críticas también vienen de muchas personas ajenas, a través de las redes sociales, a las que el párroco se esfuerza por responder una a una. “Respeto las diferentes opiniones y me he tomado el tiempo en las redes sociales para responder a las personas que me dicen que he sido irrespetuoso porque me gusta desenterrar las cosas. Algunas personas son capaces de expresar lo que les molesta, otras no”. “Lo que siempre me asombra es que mucha gente haya juzgado sin haber visto”, dice el pastor.
La polémica revela visiones contrapuestas sobre lo que es el respeto religioso, la finalidad de los lugares de culto y el papel de las parroquias. Fuera de la comunidad protestante, la incomprensión también se basa en las diferencias entre las culturas religiosas. El lugar de culto es una antigua iglesia católica y, a diferencia de los protestantes, los católicos creen en la santidad de los lugares, debido a la presencia real de Dios. “En Francia estamos más en una cultura católica, donde la visión del edificio de la iglesia es diferente”, reconoce el pastor. Estas diferencias en espiritualidad también están marcadas entre las ramas del protestantismo. “En las ramas del protestantismo histórico, reformado y luterano, del cual forma parte esta parroquia, hay una perspectiva bastante abierta”. Por ejemplo, allí se practica la bendición de parejas del mismo sexo desde 2016. “Mientras entre los evangélicos, nunca sería aceptado”, según el líder parroquial.
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No es la primera vez que la iglesia actúa como escenario de espectáculos. Las actuaciones están organizadas por asociaciones acogidas por la parroquia, explica su párroco. Estas actividades culturales se unen a un proyecto de fondo: “hay que abrir la iglesia”, defiende Daniel Boessenbacher. Especialmente “a la gente que está en los márgenes, porque muchos piensan que la iglesia está pasada de moda, o que allí no son bienvenidos”. Se presta especial atención a las personas de la comunidad LGBT: la parroquia abrió una rama LGBT en 2016. El próximo concierto, que tendrá lugar el domingo 11 de junio, será interpretado por el coro LGBT Sing’lées. En junio de 2022, era un colectivo de drag queens que había actuado en la iglesia, y ya estaba causando revuelo. “Los espectáculos permiten abrirse a esta gente”, defiende el pastor. También cita la posible llegada de una mujer iraní, cuya actuación tendría resonancia política. Pero llevar un discurso particular no es un requisito previo, “estamos abiertos a todas las propuestas”, dice Daniel Boessenbacher.