CIUDAD DE GUATEMALA – en las secuelas de las elecciones, que han sido testigos del triunfo, una vez más, la extrema derecha conservadora, y el primer gran escándalo político de corrupción que ha llevado a la detención de la pluricandidata presidencial de Sandra Torres, el presidente saliente, Jimmy Morales ha declarado el «estado de sitio» en seis provincias y los veintidós municipios de las regiones norte-este del País. El 7 de septiembre pasado, el Congreso ha ratificado el decreto avvallando las restricciones de los derechos constitucionales y dando su aprobación para el «estado de excepción». Pero ¿qué hace el «estado de sitio» y lo que ha impulsado el presidente de la República y el Congreso para promover la acción política y militar tan agresivo?

La narcoguerra. El estado de sitio puede ser declarada, de acuerdo con el artículo 138 de la Constitución: «en caso de invasión del territorio grave perturbación de la paz, de actividades contra la seguridad del Estado o de público devastación». El 3 de septiembre pasado, tres militares han sido asesinados en la comunidad de Semuy II, en el municipio de El Estor, en las inmediaciones del Lago de Izabal. Todavía no está claro, la dinámica de los hechos, pero de acuerdo a la reconstrucción de la Presidente de la República, el ejército ha hecho incursiones en la comunidad con el objetivo de investigar la sospecha de grupos ligados al narcotráfico, y para identificar a un avión que transportaba drogas. A la comunidad le han defendido los narcotraficantes utilizando a las mujeres y a los niños como escudo humano y, en un segundo momento habría atacado a las fuerzas armadas. En el choque está muerto tres soldados y spno resultaron heridos, dos habitantes de la comunidad, un hombre y una mujer. En esta versión si se agregan a muchos otros, que smetiscono la reconstrucción del gobierno, pero el hecho es que este evento, que contó en esta forma, se ha tomado como un pretexto para decretar el «estado de sitio».

La criminalización de los movimientos sociales. En su discurso de condena a los graves acontecimientos que tuvieron lugar Jimmy Morales ha perpetrado uno de los de su legislatura. Él atacó una vez más, las organizaciones de la sociedad civil y los movimientos sociales, llamando a los presuntos narcotraficantes como «pseudo-los agricultores, y el pseudo-activistas de derechos humanos». Durante su gobierno, la criminalización de la organización de los pueblos indígenas y las Ong se ha legitimado en el nivel institucional, a través de una constante screditamento de la sociedad civil, y de los que la defiende, y que culminó con la revocación del mandato de la Comisión Internacional contra la Impunitá en Guatemala, promovido por la ONU.

la comparación entre Los narcos y los activistas. No es de extrañar, por tanto, la comparación entre los narcos y los activistas, como no es de extrañar, el deseo de reprimir a las comunidades indígenas que se resisten a los intereses de las corporaciones y el Estado, y que reclaman su derecho a la vida y la no-contaminación de los territorios que habitan. El «estado de sitio» se justifica en la opinión pública como una necesaria medida de seguridad para combatir el narcotráfico, pero la historia de estados unidos de las últimas décadas nos recuerda que la narcoguerra el otro no es un instrumento para defender los intereses políticos y económicos, y mantener el control de las porciones de territorio estratégico, a través de la militarización.

la Preocupación por el respeto de los derechos humanos. Los habitantes de los veintidós municipios podrán ver por un mes, lo que limita su libertad en la constitución. Si las autoridades quieren, se comprometen, en el pleno consentimiento de la ley, el derecho de libre tránsito, el derecho a reuniones y manifestaciones, y tendrá pleno poder para detener e interrogar a cualquier persona sin necesidad de una orden judicial. El «estado de sitio» que fue declarado en los municipios, que también son 150 kilómetros de El Estor en áreas donde la explotación indiscriminada de los territorios de las comunidades indígenas por parte de las empresas multinacionales es más violenta. Y esta medida ha generado varios ansiedad. Muchos de los representantes de estas comunidades, en una región del País donde la violencia del estado es la práctica, se ve en la narcoguerra declarado por el gobierno el pretexto para promover los intereses de la empresa con el apoyo de las fuerzas armadas y la policía.

La alianza político-militar-empresarial. La preocupación es grande porque la alianza entre el político, el militar y el negocio de los mundos es una amenaza diaria para la comunidad y para su supervivencia. La suspensión de ciertos derechos constitucionales, ¿ que hacen más vulnerables a los activistas y las activistas que defienden sus propios cuerpos y sus territorios, y es una clara advertencia en la parte del Estado que no se oponen a la mega-proyecto hidroeléctrico, a los monocultivos de palma africana y la explotación de la tierra y de los bosques en estas regiones.

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