Las sucesivas deserciones no habrán superado la “gran iniciativa política” imaginada por Emmanuel Macron. Tras una primera edición el 30 de agosto, el viernes se celebrará una nueva reunión en Saint-Denis, según lo acordado. Y esto a pesar de la negativa de Olivier Faure a participar en “esta mascarada”, la de Manuel Bompard de someterse a “un nuevo ejercicio monárquico” y a pesar del boicot de Éric Ciotti, demasiado indignado por la ausencia del presidente de la República en la marcha contra antisemitismo. Por tanto, sólo tres líderes de la oposición se enfrentarán al jefe de Estado: la ecologista Marine Tondelier, el comunista Fabien Roussel y el presidente de la Agrupación Nacional (RN), Jordan Bardella.
La reunión presidencial, desdeñada por una parte de la clase política, tampoco convence a los franceses. El 61% lo percibe como “una operación de comunicación inútil que no aportará nada concreto”. Son 8 puntos más que en el primer encuentro en Saint-Denis. Sólo los partidarios del Renacimiento lo ven como una oportunidad para lograr soluciones tangibles (79%). Les siguen el 52% de los partidarios de los Republicanos (LR), aunque significativamente más reservados. Pero con la excepción de estos dos partidos, prevalece el escepticismo. Principales opositores a la reunión, sólo el 30% de los electores RN detectan algún interés en la misma. Esto es menos que los Insoumis, que los apoyan con un 36%.
En cuanto a si los ausentes se equivocan al rehuir la reunión, los franceses están particularmente divididos. Una estrecha mayoría (51%) desaprueba la no presencia de una parte de la oposición, mientras que el 48% de la población apoya esta elección. Sin embargo, admite geometría variable. Mientras que una mayoría de votantes rebeldes (65%) y socialistas (53%) apoyan la decisión de los tres líderes de los partidos de no ir, los partidarios de la derecha son más críticos (41%). Una proporción que pone al presidente de LR, Éric Ciotti, más en desacuerdo con sus votantes que con sus homólogos de izquierda.
El RN, uno de los tres únicos partidos de la oposición presentes, es también el partido que obtiene la mayor confianza de los franceses. El 30% de la opinión pública cree en la capacidad del partido de la llama para “proponer soluciones efectivas para el país”. Por el contrario, a LFI se le atribuye sólo un 18% de confianza, ligeramente menos que al PCF (19%). Una situación que se explica más por el descrédito sufrido por todos los grupos políticos que por el total asentimiento de los franceses a las propuestas de RN. Así, el 68% de los franceses no tiene confianza en el partido frontista.
Si los franceses expresan su desconfianza ante la forma, el fondo de la reunión goza más a sus ojos. Con especial énfasis en las instituciones, la reunión presidencial debe revisar la cuestión de ampliar el alcance del referéndum a cuestiones sociales, como la inmigración y el fin de la vida. Una propuesta a la que el 81% de la población está a favor. Sobre el referéndum de iniciativa compartida (RIP), el 72% de la opinión pública quiere que se flexibilice su aplicación.
A pesar del entusiasmo general, el 60% de los franceses todavía piensa que Emmanuel Macron no implementará esta reforma constitucional, en gestación desde 2019, antes de que finalice su mandato. Una cifra que revela toda la desconfianza de la población ante una operación política percibida como un simple truco de comunicación.