Hora del veredicto. Ocho amigos de 21 a 23 años, compañeros de equipo de un pequeño club de rugby, se enfrentan a cadena perpetua por una golpiza mortal tras salir de una discoteca, al final de un juicio de un mes que conmocionó a Argentina, pues el asesinato la había trasladado hace tres años. .

Se solicitó cadena perpetua contra Máximo, Ciro, Matías, Blas, Lucas, Luciano, Enzo y Ayrton, acusados ​​de homicidio agravado por haber cometido en reunión y con alevosía, según la fiscalía. El 18 de enero de 2020 en la madrugada, luego de una pelea iniciada en una discoteca de Villa Gesell (a 370 km de Buenos Aires), un balneario popular entre los jóvenes, los protagonistas fueron expulsados ​​del establecimiento.

Luego, afuera, los imputados, veraneantes de Zárate a 450 km de distancia, aislaron, golpearon y patearon a Fernando Báez Sosa, estudiante de 18 años, quien murió a causa de las heridas. En el juicio de Dolores, a 220 km de Buenos Aires, la fiscalía invocó una «voluntad de matar» compartida «por todos», una «coordinación sincronizada» del ataque, durante la cual los agresores impidieron que nadie acudiera en auxilio de la víctima. , hijo de inmigrantes paraguayos y de origen modesto. «¡Negro de mierda!» gritaron algunos de ellos.

El abogado de la familia de Fernando, parte civil, también pidió la vida. La defensa abogó por la absolución del jefe procesado, afirmando que nunca se demostró la premeditación. Y exigió una reclasificación en agresión y agresión en riña, al haber resultado en muerte sin intención de darla -lo que elevaría la pena máxima a seis años- u «homicidio simple» (25 años).

En su último discurso tras los alegatos, los acusados, silenciosos y postrados durante la mayor parte del juicio, pidieron perdón y clemencia, asegurando, algunos entre lágrimas, que «nunca tuvieron la intención de matar». El drama, que afectaba a jóvenes de entre 18 y 20 años y estaba marcado por una gran violencia, había causado gran conmoción en la Argentina de la época, provocando manifestaciones en varias ciudades, incluidas Villa Gesell y Buenos Aires. El ‘juicio de los rugbiers’ se ha convertido en un culebrón cotidiano y ha suscitado numerosos debates, en particular sobre la masculinidad, el racismo, el efecto manada o incluso el alcoholismo de los jóvenes.